A Melyssa no le gusta perder, y tampoco está preparada para ello
Cuando un concursante dice “soy muy competitivo” (o “soy muy competitiva”) en general quiere decir que no asume bien la derrota. Saber perder es tan importante o más que saber ganar. Dice Jack Weich en ‘Hablando claro’: “Si no sabes perder nunca sabrás ganar, y si no sabes no juegues”. Quien tiene miedo al fracaso lo suele tener también al triunfo, lo cual es un problema. Me siento muy poco identificado con ese tipo de personalidad. Perder es una opción, y así conviene asumirlo. La contrariedad que produce a algunos perder viene de un planteamiento alejado de la realidad, la fantasía de considerar que no podemos perder.
Entre los concursantes de la presente edición tal vez sean Alejandro y Melyssa quienes tienen peor asumida la derrota, lo cual resulta a veces un desprecio para sus compañeros. Es como si considerasen que los demás no tienen derecho a ganar. Porque no debemos olvidar cuando uno mismo no gana normalmente es porque han ganado otros. Esto es algo parecido a lo que pasa con esas pulseras de hilo rojo que llevó Candice, la hermana de Tom, a cayo Paloma.
Llevó Candice pulseras de hilo rojo que protegen y dan suerte para todos. Todos, sin excepción, llevan ahora una de esas pulseras en torno a una de sus muñecas. Es lógico que no dejase a nadie fuera, pero si alguien pretende que la pulsera la ayude a ganar debería tener en cuenta que los demás compañeros tienen una igual. Imposible que ayude a todos del mismo modo. Si el ganador esgrime la ventaja de llevar la pulsera deberían reclamar los demás porque su pulsera no funcionase igual. No pueden ganar todos.
Melyssa perdió el duelo contra Lola el jueves pasado y hemos visto imágenes inéditas de después en las que le reprocha a Gianmarco la elección de enfrentamientos. Para quien no lo viera o no lo recuerde cuento que se trataba del juego del barco en el que por parejas tienen que hacer fuerza hasta tirar un timón que está sobre un soporte. Los dos empujan hacia el mismo lado, de forma que la fuerza de uno anula la del otro. La vez anterior que hicieron esta prueba Carlos y Gianmarco lucharon durante más de 15 minutos y al final el pirata Morgan decidió que los dos merecían disfrutar de la recompensa. Por esta razón, el jueves Gianmarco no jugó. Al ser impares sobraba uno y consideraron imbatible a este concursante. Por tanto, le encargaron la labor de hacer las parejas y disfrutaría de la importante recompensa si acertaba dos de sus tres apuestas al ganador de los duelos, como así fue.
Gianmarco emparejó a Alejandro y Tom por no hacer parejas mixtas de chico y chica. Con respecto a las chicas compuso las parejas de Olga con Lara por un lado y Melyssa con Lola por el otro. A mi juicio ninguna decisión era mejor que la otra. Como era previsible, nadie estuvo contento con la elección, pero sospecho que tampoco lo hubieran estado con otra diferente. De principio, Olga expresó sus reticencias porque consideró que contra Lara perdería seguro. Así fue, pero cualquiera de las otras tres chicas hubiera podido pensar lo mismo si hubieran formado pareja con esa concursante. La objeción que expresó después Melyssa era por no poder disfrutar de la recompensa juntos aquellos que forman ahora mismo el grupo más numeroso de amigos.
Debo decir que la recompensa era una noche VIP con cena de lujo, ducha de agua dulce y cama. Melyssa vio la posibilidad de que lo disfrutase Gianmarco (que ganó todas sus apuestas), Tom (que le ganó al perezoso Alejandro), Lola y ella misma. Son los cuatro concursantes que se han unido después de desentrañarse el ‘Nutellagate’. La cena fue finalmente entre Gianmarco, Tom y Lola porque Lara fue expulsada esa misma noche. Para que los cuatro concursantes del grupo de Melyssa cenasen juntos debería Gianmarco haber puesto en parejas separadas a ella y a Lola. De nuevo Melyssa piensa que la derrota no es una opción, porque así también podría haber perdido. Es más, podrían haber perdido ella y Lola, con lo que el grupo de ganadores hubiera sido bien distinto al deseado.
Gianmarco no dejaba de repetir que en su elección de la composición de los grupos no había tenido mala intención, lo cual tampoco puso en duda Melyssa. Pero su reproche me parece una reacción infantil, la pataleta de una niña a la que no le sale algo bien y echa las culpas a cualquiera. Imaginemos que llegan a quedar emparejadas Lara con Lola y a Olga con Melyssa. Parece muy probable que ganasen Lara y Olga. Estoy seguro de que entonces también hubiera protestado Melyssa explicando que haciendo pareja con Lola al menos una de las dos amigas habría podido disfrutar la recompensa. Y si Gianmarco llega a emparejar a Lara con Melyssa peor todavía.
Las reglas del juego eran que Gianmarco hacía las parejas y enmendarle la plana como si hubiera una elección mejor que la suya carece de sentido. Melyssa expresa su frustración por haber perdido descargando su culpa en la de su compañero. Es una muestra más de que no sabe perder. No solo es que no le guste, tampoco está preparada para ello. No me llamaría tanto la atención en otros porque se trata de una persona empática y con una llamativa inteligencia emocional, como destacaba el jueves Jorge Javier Vázquez. En una persona tan estable emocionalmente, con tanta sensibilidad y sentido común, no cuadra nada ese conflicto que tiene con la derrota. Le pegaba más no tener mal perder.
No sé lo que pasará de aquí a la final, que no puede andar muy lejos. Su cercanía puede no dar opción a que vuelvan a acercar posiciones Olga y Melyssa. Esta ha pedido un tiempo para asimilar lo sucedido y no parece que se lo esté respetando. Le contaba Melyssa a Lola que Olga se le había acercado ya cuatro veces, lo cual parece una insistencia innecesaria. Cuanto más intente forzar la máquina menos posibilidades hay de que Melyssa lo olvide todo o, al menos, esté en disposición de dejarlo a un lado. A las puertas de la final pueden pasar normalmente dos cosas: se enconan los enfrentamientos entre concursantes o bien hay un hermanamiento que les lleva a ir de la mano y sin rencores. Es más habitual esto último, pero actualmente no podría prever lo que sucederá.
Si tenemos la tentación de pensar que a Melyssa le cuesta demasiado asumir la traición de Olga tal vez deberíamos ponernos en su lugar e imaginar nuestra reacción. En estos casos se suele tender a encontrar cada vez más argumentos que confirmen nuestra postura. Repasar los tres meses de concurso valdría para ello y podría entonces recordar a Olga acusando sin pruebas a Omar de haber hurgado en sus pertenencias personales o las de Melyssa para conocer el contenido de sus amuletos. No solo no tenía pruebas, sino que sabía perfectamente que no había necesitado hacer algo así porque ella misma se lo había contado.
Lo grave no es solo que especulase con el comportamiento de un compañero sabiendo que era falso. Más importante para el caso me parece que considerase grave que Omar hubiera podido meter mano en el petate de sus compañeras y ella lo haya tenido que hacer (y sin tanto remilgo) para consumar sus robos. Siguiendo con el recuerdo a Omar, ante su traición insistía Olga en que ella no vendería nunca a un compañero, ni siquiera por el importe del premio al ganador del concurso. Pues por 200.000 euros igual no, pero por medio frasco de crema de cacao le ha faltado tiempo.
Hago conjeturas sobre lo que pasará de aquí al final y no lo necesito en absoluto si se trata de prever el comportamiento de Tom (y cuando no está nominado también de Gianmarco) hacia Alejandro. Los dos están nominados y siempre que esto sucede se recrudece la tensión y, por consiguiente, los desprecios e imprecaciones del francés. La batalla se recrudece ante el duelo de esta semana, lo cual vimos cuando Tom decía a su compañero: “Vete a pescar y cállate esa boca sucia”. Me da la impresión de que la estrategia es equivocada. Cuanto más se metan con Alejandro más posibilidades tiene de meterse en la final sin que nadie sepa cómo ni por qué.
Moleskine del gato
Habiendo visto que Italia ha ganado este año el festival de la canción Eurovisión y la Eurocopa de fútbol solo podría cerrar el círculo que Gianmarco fuera el tercer triunfo del país alpino convirtiéndose en ganador de Supervivientes. Vivo con miedo de que esto pase.
Aunque más temo que Sandra Pica me quiera dar su versión sobre cualquier detalle absurdo de su vida. Vivo con miedo de que me llame por teléfono Sandra.