El poder de una minoría

telecinco.es 22/02/2010 08:05

En contra de lo que marcan la lógica y la experiencia de quienes llevamos bastantes ediciones a nuestras espaldas observando, e incluso analizando, este concurso, estamos ante un escenario en el que una minoría de concursantes es capaz de imponer su voluntad a la mayoría. Y no solamente eso, sino que pretenden chantajear al programa, además de lograr que a ojos de algunos los componentes del grupo mayoritario queden como unos villanos mientras ellos salvan los muebles presentándose como los pobrecitos acosados, maltratados y ninguneados por sus compañeros. Pero la realidad que observamos muchos (y entre esos muchos está este gato) es otra bien distinta.

Yo veo un grupo minoritario que no sabe convivir, que se aparta de los demás mirándolos por encima del hombro, que no colaboran con las labores de mantenimiento de la casa pero casi exigen vivir a mantel y plato puesto en la mesa. Pero, sobre todo, veo a un grupo mayoritario entre la espada y la pared de obrar con justicia o dejarse vencer por la presión de quien se sabe poderoso porque ha logrado concentrar alrededor suya una camarilla de afines y, por si eso no fuera poco, sabe que la victimización del grupo más reducido frente al poderoso es algo que funciona siempre, dando réditos muy útiles y positivos para el pequeño. Y ahí entra la doble visión del juego que plantean Nico y Pepe. El primero no quiere cocinar para quien plantea la exigencia de dividir su comida, desprecia la labor del cocinero y no trabaja ni aporta nada al colectivo. Por contra, Pepe sabe de lo útil que es hacerse la víctima, y prefiere que se cocine para todos quitándoles así tal baza. La razón, de cara al concurso, está del lado de Pepe, pero personalmente entiendo la visceralidad de Nico. Si yo estuviera en su tesitura no cocinaría para alguien que termina diciendo de quien le da de comer que lo hace porque tiene complejo de cocinero.

Después de haber repartido bienes básicos para el colectivo, como son el azúcar o el café, Melania reclamó su parte de aceite. Este fue repartido también en vasos individuales para después volver a juntarlo en dos botellas, una correspondiente a la propia Melania y su grupo (Piero, Amor y Andalla) y la otra para el resto de habitantes. Llegados a ese punto la repartición es llevada hasta sus últimas consecuencias: patatas, cebollas y el resto de alimentos. Se trata de una situación inaudita en la casa de Guadalix de la Sierra, ya que nunca antes se había llegado tan lejos en el reparto de bienes comunes. Como decía LauraHunt el otro día, Juan (GH XI) debe estar magnificado en su casa estos días, viendo como ya no es cuestión de cocinar y después repartir el arroz o los filetes de pechuga de pollo en partes iguales con ayuda de una balanza, sino que ahora incluso reparten todos los alimentos antes de cocinar para luego volver a juntarlos, haciendo que cada grupo aporte su parte.

Para resumir el tema contaré que el viernes cocinaban un guiso para el que necesitaban dos cebollas y cada grupo debía aportar una de ellas. Los del grupo más pequeño llegaron a protestar porque aportaban igualmente una cebolla siendo menos. Me temo que pretendían alcanzar poco menos que la cuadratura del círculo, pero lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Así las cosas, aunque pudiera parecer que la situación no podía empeorar, llegamos al domingo y la realidad nos demuestra que sí es posible. En la casa hay dos cocineros: Nico y Chiqui. Como se podrá observar ambos son del grupo mayoritario, lo cual plantea un nuevo problema. Resulta que los de Melania pretenden ir siempre a mesa puesta, y así ha estado siendo mientras la situación no se había tensado exigiendo el vaso de aceite de cada uno como si se tratase de un capricho personal. Repartir la comida es algo que funciona cuando hablamos de la crema de cacao o las galletas compradas con una parte individual del presupuesto, pero no con bienes básicos.

La hora de la comida llega ayer con el grupo mayoritario realizando la prueba, a pesar de lo cual Chiqui comienza a cocinar. Dada la situación creada, necesitan de las partes de alimentos del otro grupo para componer el guiso, pero ellos están recluidos en el dormitorio viejo sin preocuparse de la comida. Deberían haber planteado la situación sabiendo que sin aportar sus alimentos es imposible que cocinen para ellos, pero a nadie se le ocurre hacerlo. Aún así pretenden que se siga cocinando conjuntamente.

En el grupo mayoritario discuten un día más sobre el tema de cocinar solamente para ellos o en conjunto, aunque haya una imposibilidad material de hacerlo de esta última manera pues no disponen de los medios. Pepe defiende dos ideas bastante simples e indiscutibles: no deben discutir todos los días sobre lo mismo porque es un modo inequívoco de aburrir a la gente, aparte de su defensa sobre que se siga cocinando para todos con el objeto de no victimizar a los otros. Hasta ahí es imposible poner objeción alguna a lo planteado por Pepe, a pesar de que se pueda entender a Nico y su reparo visceral a cocinar para quienes no le van a agradecer que lo haga.

Entonces llegó Amor interesándose por la comida de ellos. Ignoro si en este caso venía por iniciativa propia o era mandada por su grupo, como le acusaron. Es natural que lo hicieran porque todos hemos visto que operan de ese modo, es decir, Melania da las órdenes y sus súbditos en la casa obedecen. El caso es que comenzó en ese momento una disputa absurda porque difícilmente se puede cocinar para quien no ha puesto a disposición del colectivo su parte de alimentos. Es irracional la protesta de Amor e injusta su reclamación de que les hubieran pedido lo necesario para cocinar en conjunto, especialmente cuando hablamos de un grupo de personas aislados del resto, despreocupados de la cocina y que ni siquiera tienen en cuenta que los cocineros han de realizar la prueba al mismo tiempo.

Amor termina ofendiendo a Chiqui, de quien dice que cocina porque tiene complejo de cocinera. También insulta a Pepe llamándolo subnormal, tras lo cual este mismo concursante se encargará de hacer recuento de ofensas: "Has llamado acomplejada a Chiqui y a mí subnormal, ¿así quieres pedir que te hagamos la comida?". Los garbanzos ya estaban cocinándose, por lo cual el grupo de Melania habría de cocinar por su cuenta e incluso comer aparte, más tarde que el resto de la casa. Se quiebra así un pilar básico de la convivencia, consistente en coincidir al menos en las comidas.

Si no arreglan la situación podremos decir que han llegado a un grado de incomunicación y deterioro de la relación semejante al habido en la octava edición, en la cual se llegó a plantear levantar un muro infranqueble en mitad de la casa como símbolo de la incapacidad de asumir unas condiciones básicas de buena convivencia. A la idea, repetida tantas veces, de que este es un programa de convivencia siempre respondí que nadie aclaraba si había de serlo de buena convivencia. De hecho, siempre he defendido que cada uno se plantee la buena o mala convivencia según considere, como una parte del juego según cada cual quiera llevar. Ahora bien, ciertos mínimos deben ser incuestionables para no procurar una convivencia enojosa e insufrible.

El grupo minoritario ha conseguido que la vida sea bastante complicada en esa casa, aunque no todos son iguales. Amor, por ejemplo, aporta su trabajo y se relaciona con todos normalmente. También en alguna medida lo hace Andalla, aunque no le haya visto tan implicado en la limpieza de la casa como la majorera. De hecho, los dos jugaban el sábado por la noche a las películas con todos los demás, en uno de esos momentos divertidos y adorables para disfrutar de la emisión en directo, aunque el juego por momentos parecía que solamente era entre Pepe y Amor porque ambos estuvieron rápidos como el rayo a la hora de adivinar.

Sintomático que estuvieran presentes, ocupando uno de los sofás, Melania y Piero, aunque ninguno de los dos participase del juego. Estos permanecieron casi todo el rato abrazados y ajenos a todo, apartándose voluntariamente de sus compañeros. Para eso bien podían haber dejado el sitio libre y haberse tumbado en sus camas, como suelen hacer. Se trata de dos concursantes que han ido allí a comer, hacer ejercicio físico y dormir. No es justo que les paguen como a los demás cuando no se están ganando el sueldo sino que aparentan estar pasando unas vacaciones de lujo con todo incluido. Y todavía me preguntan por qué les quiero fuera de la casa.

Aunque parezca increíble lo más destacado de lo sucedido en la casa este fin de semana ha sido este tema de la comida, aparte de interesantes conversaciones entre Ainhoa, Pepe y Chiqui que supongo no veremos nunca en un resumen. Otro argumento que dejamos en el aire el viernes es el de la prueba de los calambrazos, sobre la cual la organización ha cedido de forma escandalosa a la presión de los concursantes. A la amenaza de plante del jueves, curiosamente coincidente con el final de la prueba por ese día, le siguió un viernes con resaca de la expulsión de Bea en el que suspendieron toda la prueba excepto el test de inteligencia (creo recordar que una enorme sopa de letras). El sábado dieron con la clave que abría la caja fuerte, con lo cual no habría ya más pruebas de inteligencia aunque deberán seguir con el circuito de los calambres. Eso sí, la potencia de las descargas ha sido reducida a la mínima expresión, según han contado los concursantes. Recuerdo que en la pasada undécima edición les dijeron que no lo podían bajar más, y en relación a los botes que pegaban aquellos hasta el último día y la escasa o casi nula reacción de estos desde el sábado, ya sabemos que sí se podía reducir considerablemente. Son unos niños mimados, y de esos polvos vienen estos lodos.

Termino expresando mi indignación ante dos hechos de las últimas horas. Es un clásico que este gato proteste por la realización del canal 24 horas de Gran Hermano, aunque es clamar en el desierto y no sirva de nada. Pero no me puedo resistir a expresar mi pesar y mi incomprensión al respecto. Entiendo que la 'noche de cuchillos largos' del jueves pasado nos privaran de parte de las imágenes para intentar no perjudicar gravemente a una concursante como Bea, a la cual sacaron de la casa en su propio beneficio y para protegerla a ella, un matiz bastante importante que diferencia lo sucedido con una expulsión disciplinaria. Pero no puedo entender que se aplique la censura a situaciones como la discusión de la comida que he intentado narrar y sucedida ayer mismo. El plano de un concursante durmiendo como alternativa a recoger algo de interés en otro punto de la casa es una burla al espectador. No me vale la justificación de que aún obrando así el programa triunfa siendo líder y haciendo líder a la cadena que lo emite. Me temo que el fondo del problema es la convicción, por parte de los jefes máximos de la cosa, de que no hace falta mejorar nada. Ojalá me equivoque, porque si es así me parece bastante triste que se maltrate a aquellos espectadores más fieles que siguen el programa minuto a minuto. O lo intentan.

El otro motivo de mi indignación es algo escuchado de forma repetida en el debate de anoche. Aparte de anunciarnos la entrada el próximo martes de un concursante de la sexta edición para hacer pareja con Nicky, y la lamentable y vociferante intervención de Inma y Beatriz, nos mostraron una versión dulcificada de lo sucedido la madrugada del jueves al viernes pasado. Hasta aquí todo según lo previsto, pero increíble que al menos dos de los colaboradores del debate (los del banco de la izquierda para los espectadores) insistieran en un argumento que me dejó (y aún me tiene) perplejo. Según Lorena y Antonio, los compañeros echaron leña al fuego de Bea, lo cual provocó que esta mantuviera su rebote durante tantas horas de esa fatídica madrugada.

Es exactamente lo contrario que aprecié escuchando toda la madrugada lo sucedido, igualmente contradictorio con algunas de las imágenes servidas en ese mismo programa, como ese abrazo propinado por Pepe y recogido en la imagen que acompaña estas líneas. No puedo estar en más desacuerdo y, salvo el caso particular de Ana Toro, aplaudo la actitud de unos compañeros que hicieron esfuerzos ímprobos por restar importancia a lo sucedido y tranquilizar a Bea. Creo que el programa debería pronunciarse en este sentido. Cosas como esta me indignan profundamente.

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