Pelis dulces para gente agria

telecinco.es 24/05/2018 14:33

Hoy les invito al Séptimo A, mi casa. Las paredes son blancas, tengo cuadros excéntricos, un foco de cine y varios vinilos. Así que hoy hablarán solo conmigo.

Detesto las comedias románticas. Las entiendo como placer culpable de domingo por la tarde, las contemplo como parche de horas muertas, metrajes que, según cuál, rozan la urticaria. Tampoco soporto las dulces americanadas en las que chica tropieza con chico, o aquellas cintas de superación donde el matón de clase se convierte un perfecto jugador de baseball gracias a su entrenador, aquél padre que nunca tuvo.

Por ello he aquí la primera parte de mi alegato de películas dulces que no les provocarán explosiones de glucosa y por las que no necesitarán chutes de insulina. Películas dulces para gente agria. Y ácida.

Bien, aquí entramos en el laberíntico mundo de los traumas infantiles. Al protagonista le secuestran cuando era tan solo un bebé y sus falsos padres le hacen crecer en una realidad inventada, apocalíptica, en la que existe solo un programa de televisión para niños. Esta cinta es tan excéntrica como verosímil. Y el trasfondo es tan profundo y tan intenso de por sí, que no necesita recalcarlo, subrayarlo o estampárnoslo en la frente. Con toques de humor absurdo, negro y ácido, es una gran alternativa a las cintas de fácil risa.

Dios existe y vive en Bruselas. La premisa, admítanlo, es fantástica. Con un sentido de la comicidad delicado, es una mezcla curiosa de surrealismo y humor negro. Imaginen lo siguiente: Dios es un ser despreciable, sucio, cascarrabias, cansado y enfadado y vive en una casa horrible. Tiene una hija que se aburre soberanamente y un día decide entrar en el ordenador de su padre y desvelar la fecha de fallecimiento de todas las personas. ¿Qué harían si supieran cuándo morirán? Una pieza amarga y dulce, como un bombón de naranja.

Les dije al comenzar que no soportaba las comedias románticas. De hecho no las soporto. Pero esta película la pondría en el podio del perfecto desamor. Porque las relaciones las vivimos, inevitablemente, de forma unilateral, sin ponernos en la piel del otro. Quién sabe, quizás esa cita que pensó maravillosa resultó un completo aburrimiento para su acompañante. De ahí la trascendencia de los pequeños detalles. Fíjense en todo y déjense envolver por esta pieza de agrio desamor. Por fin un final infeliz.

Un abuelo adicto a la cocaína, un tío suicida, un padre insoportable, un hermano antisocial… y un continuum de etcéteras colmados por una niña feita -a mí me parece maravillosa- que quiere ser Miss. Férrea crítica a los dogmas, a la corrección y a las apariencias. Oda a la autenticidad, tan dulce como áspera, y con un baile final estrepitoso. La roadmovie más dulce de la historia. Si no la han visto todavía, hagan el favor. No necesita más presentación.

Cuidado con esta, que podría resultarles tan reveladora como un pelmazo. Brilla por su estética, por conformar el súmmum de lo alternativo, y por presentarnos a unos personajes extraños, taciturnos, envueltos en situaciones molestas pero viables. Una historia de amor entre dos extraños a la sociedad que explota en pura imaginación. Una cinta suiza y elegante, para días intensos.

Patty está bien condimentada: familia desestructurada, madre alcohólica, problemas económicos, barrio marginal, sobrepeso y un amigo indio (y otro que no sabría cómo definirlo, si la ven lo entenderán). La sinopsis es sencilla, de hecho poco original, pero cualquier historia bien contada puede sorprender: ella quiere convertirse en una leyenda del rap pero le pueden sus complejos. La estética es una mezcla tan perfecta como hortera, llena de excéntricos abalorios y trajes ceñidos. Les sorprenderá por su buen ritmo, aunque no les guste el rap, y por las “ideasdeolla” del realizador, que alterna realidad con escenas oníricas al más puro estilo Snoop Dogg. Es magnética y entretenida.

Bueno, esta película en verdad se la cuelo porque sí. Porque lo representa todo: amistad, honor, nobleza, amor, pasión, venganza, lucha, bondad, esperanza y espadas. Una sátira de sí misma, entiéndanla bien, eterna y de culto que, lo sé, les robará el corazón. Probablemente ya la hayan visto. Póngansela una vez más, les hará mejores personas.

Con esto quiero decirles que no es necesario ponerle violines o frases de Paulo Coelho al cine - y mucho menos a la vida -. Seamos más auténticos, que tantos ingredientes tapan la materia prima y acabamos siendo una caricatura de nosotros mismos.