Son padre e hijo, pero prácticamente desconocidos el uno para el otro, tanto que el chef no ha sabido convivir con Manu más de dos días y ya le había pedido que se marchase con su madre. Sin embargo, cuando las cosas parecen asentarse en el chiringuito, le ofrece quedarse, probar un mes, y tratar de convivir. El pequeño no puede estar más ilusionado con la idea.