Destrozados. Así están los familiares y amigos del padre Miguel Pajares. "Es un dolor desgarrador. Tengo el corazón partido", ha dicho Mayte, una amiga del religioso de quien ha destacado su entrega, su dedicación, su sencillez, su bondad y su alegría. "Siempre estaba disponible para todos, sobre todos para los más desfavorecidos. No quería dejarles allí abandonados, desde el 28 de junio estaba pidiendo ayuda para poder atenderles mejor."