La policía atribuye a una discusión de tráfico el crimen de Jona

Tres jóvenes españoles de la misma familia, con antecedentes, regresaban a su vivienda y se toparon con un vecino, Jonathan Ariel, argentino de 21 años que paseaba con su novia. Casi les atropellan en el paso de cebra. Jona, como le conocían, les recriminó. La policía está convencida de que se trató de una discusión de tráfico. Y le golpearon con una barra de hierro en la cabeza antes de apuñalarle dos veces con tanta agresividad que la policía pensó que se conocían, hasta que los identificaron por la matrícula. Para entonces ellos ya habían ocultado la furgoneta que llevaban en una finca de Chinchón. Cambiaron de vehículo y huyeron hacia Portugal. Iban en dos coches, ayudados por la familia. Les localizaron a través de sus móviles en Salamanca. Una vez el GPS les delató y las llamadas intervenidas descubrieron sus planes, tardaron dos horas en interceptarles. De momento no han hallado las armas del crimen. A falta de varios flecos que cerrar, la policía insiste en la hipótesis de tráfico y asegura que no se conocían a pesar de vivir muy cerca. Tampoco dan veracidad a una posible venganza por parte de los matones de una discoteca en la que Jona trabajó y con los que tenía problemas, tal y como su padrastro avanzó.