Pitita Ridruejo, todo un icono social

Hace unas décadas, Pitita Ridruejo era todo un icono social. No era artista, no era una intelectual destacada, pero se hizo un hueco importante en las crónicas de sociedad gracias a su devoción por las apariciones marianas. Hoy ha muerto a los ochenta y ocho años.

De nombre Esperanza aunque fue su apodo, Pitita, el que marcó un estilo imborrable, extensible a toda mujer de la jet set, elegante y culta.

De niña compartió pupitre con Fabiola de Bélgica y de mayor, confidencias con Isabel II de Inglaterra.

Nació en una familia acomodada pero fue su matrimonio con el diplomático Mike lo que le puso el mundo en bandeja.

Con sus inmensos ojos e igual de inmenso cardado, ella, Pitita Ridruejo, fascinó a Andy Warhol e inspiró a Fellini. A punto estuvo de rodar una de sus películas, pero se quedó como reina de la diplomacia y de la noche marbellí, fue sin saberlo una moderna con amigos tan dispares como los Kennedy o Alaska y Mario.

Añadimos musa de Francisco Umbral y al igual que él fue a hablar de su libro, yo he venido aquí a hablar de El escorial.

Ella hablaba de la Virgen, a la que vio, según dijo, con sus propios ojos. A las apariciones marianas dedicó 20 libros, 500 conferencias y la última etapa de su vida, muy activa hasta que murió su marido hace tres años. Desde entonces se refugió en su casa palacio, donde a los 88 años ha muerto esta dama convertida en icono irrepetible.