El caso 'Crews', encarcelado por un delito que no cometió

SANDRA SALINAS 18/07/2008 07:40

Los cuerpos de un hombre, su mujer y su hijo pequeño fueron hallados brutalmente asesinados en su hogar. Él degollado, ella tirada en la escalera, el pequeño nunca salió de su habitación... sólo se salvó la hija de nueve años del matrimonio, que no estaba en la casa. Una familia de la que Charlie Crews era un gran amigo.

Sin embargo, todas las pruebas encajaban a la perfección e indicaban a una única persona, el detective Charlie Crews. Ninguno de sus compañeros de trabajo le apoyó, nadie confió en su inocencia. El caso tuvo mucha repercusión, inmediatamente fue retirado de su cargo y juzgado.

El jurado

deliberó durante tan sólo una hora, era obvio, Charlie Crews era culpable. Que un detective cometiera con sus propias manos crímenes de tal violencia escandalizó a la opinión pública convirtiéndose en un fenómeno mediático que copó las portadas de los periódicos y abría los informativos a diario. Todo el mundo conocía la hisotoria de Crews.

12 largos años en la cárcel

También los presos. Que un policía esté encarcelado es sinónimo de continuos abusos por parte de otros presos. Según el detective que seguía el caso "le molieron a palos". Los médicos cifraron en más de 200 puntos los que cubrían la piel del policía en tan sólo un año. Por ello, Charlie se vio obligado a solicitar su propio aislamiento en una pequeña celda lejos de los otros internos.

Sin contacto, aislado en una pequeña celda, Crews se sumergió en la lectura y fue así como conoció la cultura zen, una filosofía de vida. Desde entonces, liberó todo su odio, cambió su perspectiva de la vida, ya no se ahogaba entre paredes, sino que imaginaba su libertad.

Tras ocho duros años, su caso fue reabierto. Una abogada consiguió probar con pruebas de ADN la inocencia de Crews. El caso volvía a los juzgados y a las calles, todos vieron cómo las pruebas ya no encajaban y el detective fue exculpado. Fuera de la cárcel y con una indemnización millonaria, el policía recuperaba no sólo su libertad e independencia, sino lo que más ansiaba: su placa y su pistola.

De detective a policía / filósofo

¿Quién querría volver a ejercer el oficio que le quitó la libertad? Charlie lo tenía claro, quería volver a su trabajo en las calles... aunque con otro punto de vista. La filosofía zen había calado hondo y, ahora, ve más allá de los hechos, de las pruebas... no se fía de nada salvo de su intuición.

Tras doce años en la cárcel y aislado, no conoce los móviles o más bien no sabe para qué sirve, por qué se han convertido en imprescindibles dentro de una sociedad que antes no los necesitaba para nada. Lujos de los que él prescinde.

La venganza no tiene sentido, los bienes materiales no importan, hay que ser feliz con uno mismo. Charlie destruye bienes como su gran coche ¿para qué lo necesita? e ignora tecnologías tan impertinentes como la telefonía móvil.

Sin embargo, parece no haber renunciado a una de sus aficiones preferidas, las mujeres. Tras su salida de la cárcel, la popularidad que había adquirido durante doce años, primero como el poli malo y más tarde como el héroe, lo convierten en el centro de atención de muchas mujeres. Chicas de todo tipo que desfilen incesantemente luciendo su ropa interior por los pasillos de la casa de Adam, el amigo de Charlie y hogar provisional del detective.

Venganza no, sólo la verdad

La venganza no va con él, pero Charlie querrá descubrir al verdadero asesino. Por ello, reconstruye el caso e investiga, uno por uno, a todos aquellos que no le apoyaron, que le creyeron culpables. Por ello, Charlie irá a la casa donde el homicidio se cometió, visitará a cada uno de los detectives y elaborará un complicado organigrama para descubrir qué pasó, el gran enigma de 'Life'.