Reporteros ha estado en el Instituto de Trastornos Alimentarios de Barcelona. Allí, pacientes con este tipo de patología se recuperan. La mayoría son chicas que conviven con una minoría masculina.
Es el reflejo de la realidad. Iñaki comenzó con su problema a los 13 años. Tardó cuatro en pedir ayuda. Su familia achacaba la pérdida de peso al estirón propio de la edad.
Sabía que podía tener algún trastorno relacionado con la alimentación, pero no concebía que fuese anorexia. De hecho, la primera vez que fue al médico de familia y contó su historia, al especialista le resultó raro.
Un chico con problemas de ese tipo es extraño y, sigue siéndolo. Los síntomas de la enfermedad son similares entre hombres y mujeres. Aún así, ellas intentan perder peso con dietas y ellos con un exceso de ejercicio.
También es diferente la edad de aparición. En los chicos suele ser más tardía. Quizás porque tardan más en asumir el problema o a los médicos les cuesta más diagnosticarlo.
En muchas ocasiones la anorexia masculina se relaciona con la homosexualidad. No tiene nada que ver. Además, los expertos en esta materia nos recuerdan que este tipo de patologías no son sólo una cuestión de imagen, de una búsqueda de un cuerpo perfecto.
No se trata sólo del peso. Detrás hay algo más: Un problema de autoestima, de insatisfacción personal, de depresión...Y eso es lo que más cuesta superar. Iñaki tiene ahora 24 años.
Ya está en una fase muy avanzada. De hecho, ya no permanece ingresado y vive en un piso terapeútico de ITA (Instituto de Trastornos Alimentarios de Barcelona).
Comparte casa con otras pacientes. Todas son chicas. Su complicada relación con la comida ya es historia. Ahora, intenta resolver esos otros problemas que un día le condujeron a esta enfermedad que, si se trata, se cura.
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