¿Cuántas horas deben dormir los niños y los adolescentes?

Informativos Telecinco/ Agencias 14/06/2016 13:17

Muchos especialistas en desórdenes del sueño han creado nuevas recomendaciones sobre cuánto deben dormir los menores de edad dependiendo de la etapa de la vida en la que se encuentren. En general, los bebés deberían dormir alrededor de 16 horas diarias y los adolescentes unas 8 horas.

Todo ha sido elaborado por la Academia de la Medicina del Sueño de Estados Unidos. Según éstos, los menores de todas las edades se benefician física, mental y emocionalmente de una cantidad adecuada de horas de sueño. Sin embargo, la falta de sueño puede conducir a problemas que generan depresión e, incluso, pensamientos suicidas.

El estudio detalla todas las horas de sueño que deberían tener los jóvenes por clasificación de edades: de 4 a 12 meses, deben dormir de unas 12 a 16 horas; de uno a 2 años, de 11 a 14 horas; de 3 a 5 años, de 10 a 13 horas; de 6 a 12 años, de 9 a 12 horas; y de 13 a 18 años, de 8 a 10 horas.

La Academia de Pediatría de EE.UU. recomendó además que todas las pantallas, como las televisiones y computadoras, se apaguen media hora antes de ir a la cama y que los padres no deben permitir a sus hijos tengam estos aparatos en sus dormitorios, según informa BBC Mundo. Además, se crearon unas guías donde se estudiaron las investigaciones anteriores sobre la relación entre la duración del sueño y la salud infantil.

Una de las claves para dormir bien es alejar cualquier aparato tecnológico antes de dormir. Para los menores los beneficios de un buen y prolongado sueño incluyen mejor atención, comportamiento, aprendizaje, memoria, regulación emocional, calidad de vida y mejoría en la salud física y mental.

Por otro lado, la falta de sueño suele convertirse en la pesadilla de los estudiantes, puesto que los niños que no duermen lo suficiente todas las noches están expuestos a un mayor riesgo de lesiones, hipertensión, obesidad y depresión. Y los adolescentes que no logran dormir lo suficiente podrían correr el riesgo de hacerse daño a sí mismo o de contemplar el suicidio, según los investigadores.