Bioshock Infinite: Tan importante es el final, como el camino

Carlos Hergueta/Portaltic 09/04/2013 14:14

En un primer momento le tenía más miedo que vergüenza a esta entrega. Sinceramente, pensaba que iba a ser un vago intento de Irrational por resucitar la franquicia, que ya se estaba ahogando en Rapture. Cuando se anunció, me transmitió malas vibraciones, pues pensaba que 2K estaba presionando para estirar una franquicia de éxito, aunque perdiera su esencia y su calidad.

Nada más lejos.

El desarrollo de Infinite es, en esencia, muy similar al de las dos anteriores entregas: disparos en primera persona (mano derecha) que combinamos con el uso de poderes como electricidad o bolas de fuego (mano izquierda).

Es cierto que se le pueden hacer unas cuantas críticas desde el punto de vista de la jugabilidad y el control, como un desarrollo totalmente lineal o una mecánica bastante simple -que en esta entrega nos obliga, además, a llevar solo dos armas al mismo tiempo-. De hecho, tenéis la mayoría de ellas recogidas en este magnífico artículo de Gamesajare.

Sin embargo, la aventura mantiene la misma magistral capacidad de contar la historia de la ciudad a través de los escenarios. Eso nos invita a explorar, ampliar la duración y saborear el título como Dios manda. Y además de profundizar en la historia, indagar nos reporta muchos recursos, con lo que el premio es doble.

Por otro lado, se han añadido algunas novedades como la incorporación de raíles por los que movernos por las alturas durante los combates y los poderes de Elizabeth para alterar el escenario. Estas características garantizan un entretenimiento y una profundidad en la narrativa como pocos títulos son capaces.

En cualquier caso, no han sido los cambios jugables los que han conseguido que este Bioshock sea la entrega que más he disfrutado de todas.

El primer motivo es el cambio de ambientación, a pesar de que en un primer momento pensaba que me decepcionaría y a que opino que Columbia no alcanza a tener el carisma de Rapture. Sin embargo, el viaje a las alturas ha conseguido que la experiencia resulte menos agobiante.

La capacidad de crear desazón que transmitía el primer Bioshock -por el agua, por los Splicers y por la amenaza constante de los Big Daddys- era sin duda un logro. Pocos estudios han conseguido una experiencia tan inmersiva y tan real como la de esta obra de Irrational. No era una sensación de "miedo", era una agonía constante, claustrofóbica y frenética. Me hacía sentir aplastado y acorralado a cada paso. Me ocurría que al jugarlo me sentía nervioso hasta el punto de que parar se convertía en un alivio.

En Columbia eso se ha suavizado debido a que los escenarios son más abiertos, a que Elizabeth nos acompaña y nos ayuda con munición y botiquines, a que los enemigos son humanos "normales", no psicópatas yonkis del Adam que corren hacia nosotros como zombis de El amanecer de los muertos (2004), y a que ya no hay rastro de los Big Daddy acechando tras cada esquina. Sí que es cierto que están los Handyman, pero tan solo nos enfrentamos a un par en todo el juego, de tal forma que los saboreamos con gusto, como jefes finales. Además, la emoción se dispara cuando el pájaro Songbird hace acto de presencia.

Aunque Infinite supone un reto, los enemigos nos ponen a prueba, hay muchos momentos en los que nuestro corazón está en un puño, es emocionante... No transmite esa sensación de angustia. Porque esa sensación durante 20 horas de partida resulta un tanto agotadora. Como digo, para muchos será una virtud porque es un auténtico logro por parte de Irrational Games, pero a mí no me hacía disfrutar cómodamente de la primera aventura.

El otro gran punto positivo de Bioshock Infinite es su desenlace. El primer Bioshock era un viaje apasionante por las profundidades de Rapture, descubriendo su origen y su triste final. Era la aventura en sí misma, el escenario y los personajes, la que daba valor a la historia. Sin embargo, el desenlace era doblemente decepcionante: Porque no era algo totalmente sólido ya que había varios dependiendo de nuestros actos; y porque eran cortas secuencias en las que apenas se explicaba nada.

Bioshock Infinite pone un punto y final a la historia tan inesperado como original, que remata con brillantez todo el guión. Además es una vuelta de tuerca al universo Bioshock que da consistencia a todas las entregas en cierta manera y que invita a investigar aún más el juego, a hablar con amigos y consultar foros. Porque tiene un sentido, pero está lleno de matices. Por eso no puedo dejar de recomendar la lectura de este magnífico artículo de Mundogamers en el que se repasan muchas de las claves.

La pregunta "¿Es recomendable Bioshock Infinite?" se queda corta. Es necesario. Obligatorio si a veces sientes que los 'shooters' son clones bélicos o que las aventuras en los videojuegos casi nunca logran contar historias como es debido. Si estuviera hablando contigo, lector, en persona, te cogería de la mano, te pondría la cara del gato de Shrek y te diría: "Tráenos a la chica y saldarás tu deuda".