Las plantas utilizan su "reloj biológico" para adaptarse al cambio climático

AGENCIA EFE 06/05/2011 16:16

Medio centenar de expertos internacionales en el estudio del reloj biológico o "circadiano" y su influencia en los cambios de la biología vegetal han participado hasta hoy en unas jornadas en Barcelona en las que han examinado la interconexión entre la luz y este reloj interno de las plantas en su adaptación al calentamiento global y en la búsqueda de soluciones para mejorar las cosechas.

La bióloga Paloma Más, directora científica de las jornadas, ha explicado a Efe que estos investigadores estudian la percepción por parte de las plantas de los cambios de luz y temperatura, y de cómo integran esta información utilizando un mecanismo que poseen casi todos los seres vivos, el "reloj circadiano", para regular una serie de procesos que dependen de estas condiciones medioambientales.

El reloj "circadiano" -que significa 'alrededor de un día'- es un mecanismo presente en las células que genera ritmos biológicos en función de las condiciones externas, como los períodos día/noche, y que permite a los seres vivos amoldarse a los cambios de estas condiciones, aunque durante la fase de adaptación se puede sufrir algún trastorno, como el 'jet-lag' de los humanos tras vuelos transoceánicos.

Paloma Mas indica que este reloj, capaz de organizar la fisiología y el metabolismo acorde con los horarios habituales, "es flexible, y cuando empieza a percibir cambios de luz durante dos o tres días, estas señales luminosas le hacen reaccionar y adaptarse al nuevo ambiente".

Entre los descubrimientos relevantes sobre el papel de este reloj es que "tiene importancia en el control de la respuesta de la planta a condiciones de sequía" y de aumentos de temperatura, y así, indica la doctora Mas han estudiado "los mecanismos que están involucrados en el momento de alerta y de respuesta de la planta cuando aprieta el calor".

Naturalmente, "la planta tiene ciertos límites porque está adaptada a determinadas condiciones, y si las condiciones se vuelven muy extremas, acaban por morir".

Paloma Más, profesora del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG) de Barcelona, destaca que una de las propiedades interesantes del reloj biológico es que su periodicidad no se ve alterada por aumentos de temperatura exteriores, como en otras reacciones bioquímicas, pues "si midiera el tiempo de forma más rápida a altas temperaturas que a bajas temperaturas, no sería un reloj muy fiable para los organismos".

La doctora Más señala que en este campo de la ciencia existe una parte de investigación básica que estudia los mecanismos de adaptación de las plantas y sus cambios en el ciclo vital y otra que, "una vez que se ha entendido cómo la planta regula este proceso, intenta aprovechar esta información en plantas de interés agronómico", para mejorar así los rendimientos de las cosechas.

Aunque los componentes específicos de los relojes biológicos de las plantas son diferentes del de los humanos, "algunos de los mecanismos por los que estos componentes se regulan y que se ha visto que son importantes en plantas, luego se ha comprobado que también son importantes en humanos".

Estas investigaciones son útiles en el desarrollo de la cronoterapia, campo que estudia cuál es el momento más adecuado del día para que un paciente tome una medicación y esta sea más efectiva.

"Muchos medicamentos son procesados a través de una determinada ruta metabólica y se puede saber si ese fármaco será más efectivo si lo tomas por la mañana, por la tarde o por la noche", explica Paloma Más.

Las jornadas sobre "Interacción de la Luz, Fotoperiodicidad y Reloj Circadiano en el desarrollo de las Plantas" han reunido durante tres días en Barcelona a expertos como Steve Kay, de la Universidad de California-San Diego; Peter Quail, de la Universidad de Berkeley; Ko Shimamoto, del Instituto Nara, en Japón; Akira Nagatani, de la Universidad Kyoto; o C. Robertson McClung, de la Universidad de Darmouth.

Las jornadas han sido organizadas por el Centro de Investigación en Agrigenómica de Barcelona, el Centro Internacional para el Debate Científico (CIDC)-Biocat y la Obra Social La Caixa.