Las supercomputadoras descubren que el universo tiene una composición exótica

EFE 07/02/2009 13:30

Director del Instituto de Cosmología Computacional de la Universidad de Durham (Reino Unido), Frenk asegura en una entrevista a Efe que una de las grandes sorpresas dadas por la física en la última década es precisamente que la materia, la visible y la oscura, es tan sólo una pequeña parte de la composición del universo, y que el resto lo ocupa una energía oscura "totalmente desconocida".

La materia visible -los átomos ordinarios de los que están hechos tanto humanos como estrellas- supone el 4% del universo, mientras que la llamada materia oscura fría -sobre la que este físico ha publicado un destacado estudio en "Nature"- conforma el 21%, es decir: una quinta parte del cosmos son unas partículas elementales que no interactúan y que por ello son difíciles de detectar.

Cualquier habitación está llena de miles de millones de estas partículas que sólo se hacen visibles cuando protagonizan fenómenos de gravedad en puntos donde se concentran enormemente como, por ejemplo, en el centro de nuestra galaxia.

En esa concentración masiva, los científicos creen que sufren colisiones que generan una radiación gamma muy energética que las hace visibles y, por ello, hacia allí se dirige el satélite norteamericano Fermi, lanzado el pasado junio, para tomar unas mediciones que se espera ofrezcan resultados en uno o dos años.

Este investigador, que esta semana ha ofrecido una charla en el Cosmocaixa de Barcelona en el marco del Año Internacional de la Astronomía, confía en que el acelerador de partículas del CERN (LHC) de Ginebra, puede llegar también a fabricar estas partículas de forma indirecta, una vía más sencilla que encontrarlas en el cosmos.

Menos optimista se muestra a la hora de predecir cuándo se llegará a saber qué es la energía oscura, descubierta a finales de la década de los noventa, tras años de sospechas teóricas "de que algo iba mal" porque la expansión del universo se estaba acelerando, fruto de una fuerza repulsiva, contraria a la gravedad.

Frenk, un británico nacido en México -nacionalidades a las que suma la española de su madre y la alemana de su padre- subraya que éste es "uno de los misterios de la ciencia", que se ha convertido en el reto número 1 de la investigación física en EEUU, y teme que se vayan a gastar miles de millones de euros en dar palos de ciego: "sin una teoría que les guíe y sin saber lo que están haciendo".

De momento, Frenk se dedica a simular el cosmos por medio de supeordenadores a través de millones de ecuaciones basadas en las leyes físicas, capaces de predecir cuántas galaxias debe haber, su tamaño o la forma en que se distribuyen en el espacio.

"Me gano la vida haciendo universos, tratando de emular a un dios con 'd' minúscula", afirma este detective cosmológico, nacido en una familia de médicos y músicos, que se ve como una síntesis de estas ramas: un científico creativo, de hecho algunas películas sobre sus andamios cósmicos han ganado premios en certámenes especializados.

Inevitablemente, la inmensidad del cosmos lleva a cuestiones metafísicas. A juicio de Frenk, ciencia y religión son dos avenidas de experiencias paralelas que no se cruzan, que se plantean preguntas diferentes, más allá del dónde venimos y a dónde vamos.

"La religión no tiene nada que decir sobre la ciencia, uno no puede pedir inspiración para conocer", afirma este científico que recuerda que una vez le plantearon que si se le apareciera Dios, ¿qué pregunta le haría?.

La respuesta fue simple: "Le preguntaría qué es la materia oscura", al fin y al cabo para Frenk, si ese Dios existe sería un físico, porque sus leyes son de una generalidad "inexplicable", no hay explicación de por qué existe la física o el universo.