Jorge Eines busca a espectadores lúcidos para un "RIII" en medio del horror nazi

AGENCIA EFE 06/04/2011 17:44

Eines (Buenos Aires, 1949) asegura en una entrevista con Efe que él necesita "un espectador lúcido, con la cabeza despierta, con ganas de que no le traten como a un tonto, con ganas de plantearse cosas cuando ve el espectáculo" por eso este montaje, que se estrena el día 8 en la Sala Pequeña del teatro Español, no hace ninguna "concesión" a las convenciones.

"Cuando he tenido que hacer productos con los que llenar los teatros lo he hecho, pero lo que ahora quiero es que me gusten a mí las cosas y no me puedo permitir que el valor esté puesto en la cantidad y no en la calidad", subraya Eines que cree que en España, los espectadores todavía tienen que 'ensayar' mucho.

"Tienen que apagar la tele que llevan dentro y encontrarse con una realidad de la escena que es completamente diferente", invita.

En su acercamiento a la tragedia de Ricardo III, para la que ha estado ensayando con su compañía, Tejido Abierto, durante un año y dos meses, ha optado por fusionar un campo de concentración con el universo del monarca sajón intentando así destilar "la esencia de la condición humana".

"El eje son el poder y la muerte, la forma que tienen de consolidarse, sometiendo, dominando y esclavizando a los demás. El hombre ha matado, sigue matando e intentando perpetuarse en los lugares de poder y lo repite con obsesiva persistencia", detalla.

"RIII", "una obra muy dura", es deudor del universo que reflejaron autores como Primo Levi en "Pero es esto un hombre" y de personas que estuvieron en los campos de Dachau y Auswitz, aunque no quiere que los "signos estéticos" oculten lo que quiere contar: el ser humano en un campo de concentración necesita del arte para salvar su vida.

"Ese es el eje. El hombre necesita el arte para que la verdad no lo mate", explica, por eso sitúa a los protagonistas de "RIII" intentando representar la tragedia de Shakespeare en su "lager".

Los actores, encabezados por el holandés Martijn Kuiper, han sido "alumnos" suyos al menos cuatro años aunque este es el primer montaje que hacen todos juntos.

Le han dedicado 14 meses a los ensayos -con dos sesiones semanales de promedio- porque, revela, "cuando uno es muy pobre lo único que tiene es tiempo".

El ensayo, arguye, "es la posibilidad de equivocarse bien", de descubrir nuevos caminos "cuando aparece el error", el único medio "de cosechar algo que se siembra".

"La enfermedad del teatro español -clama- es que estamos muy acostumbrados a sembrar lo que no se ha cosechado. Es obligado cosechar muy rápidamente, de ahí a frutos de plástico hay un paso muy cercano".

"Como hemos tenido dinero en los últimos años para hacer teatro nos hemos especializado en mentiras bonitas. Ahora habría que aprovechar la oportunidad de la crisis y plantearnos recorridos más intensos", propone.

El teatro, dice, tiene que servir no solo para que la gente se entretenga y de sentido a su vida haciéndose alguna pregunta que antes no se había hecho sino que pueda pensar alguna cosa que ayude a plantearse la vida.

Concha Barrigós.