El cine chicano se consolida como vía para reivindicar identidad y dignidad

AGENCIA EFE 31/03/2009 19:28

La Mostra de cine latinoamericano de Cataluña en su edición de este año tiene como cinematografía invitada a la chicana, de la que ha programado algunos de sus ejemplos más representativos, que demuestran la importancia de este cine y la necesidad de que se dé a conocer mejor en todo el mundo.

Así lo señaló hoy el escritor y periodista Francisco Javier Millán en una conferencia celebrada en el marco de la Mostra, en la que señaló la "complejidad" de un cine en el que hay películas dirigidas por estadounidenses, por mexicanos y por chicanos.

"Latinoamérica más allá del río Grande" fue el título de la conferencia dedica a esta cinematografía, que ha tratado de dar voz a los millones de personas que un día se acostaron mexicanos y al siguiente se levantaron estadounidenses, eso sí, de segunda clase.

Debido al Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), por el que finalizó la llamada Guerra de Intervención Estadounidense, México cedió casi la mitad de su territorio -lo que hoy son los estados de California, Arizona, Nevada y Utah y parte de los de Colorado, Nuevo México y Wyoming-.

Y eso afectó a quienes vivían en esos territorios, que vieron como se les negaba el derecho a hablar español y se les trataba como ciudadanos de segunda, tal y como se refleja en algunos de los documentales exhibidos en la Mostra.

Es el caso de "La sal de la tierra" (1954), dirigido por el estadounidense Herbert J. Biberman, un realista relato de la situación en la que viven los mineros de origen mexicano en Estados Unidos y la clara discriminación que sufren frente a sus compatriotas, los anglosajones.

Rodada con pocos medios y con unos actores que parecen interpretarse a sí mismos, esta película fue no sólo prohibida en Estados Unidos -sólo se pudo ver 20 años después- sino que su protagonista, Rosaura Revueltas, fue expulsada del país y el resto del equipo no pudo trabajar nunca más en cine, explicó Millán.

Una película que sin embargo sirvió para iniciar la concienciación de los chicanos, de sus derechos y de su imagen, tan desvirtuada en el cine de Hollywood, en el que los indígenas eran mostrados como "bestias salvajes", agregó.

Un cine con ejemplos como "The Alamo" (1960), de John Wayne, "They died with their boots on" (1941), de Raoul Walsh, o "Border incident" (1949), de Anthony Mann, que ayudaron a crear una imagen falsa y violenta de los chicanos.

Una imagen que trató de eliminar Alejandro Galindo en "Espaldas mojadas" (1953) que denunciaba las condiciones de explotación de los indocumentados mexicanos en Estados Unidos, una de las pioneras en mostrar la realidad social de la población chicana.

Sin embargo hasta finales de los años setenta no hubo una continuidad en este cine, con filmes como "Raíces de sangre" (1979), de Jesús Salvador Treviño, sobre la lucha por los derechos laborales de los mexicanos-estadounidenses, o "Zoot suit" (1981), de Luis Valdez, que denunció un error judicial real.

Una surrealista película con formato musical que se exhibió hoy y en la que Valdez cuenta unos hechos ocurridos en Los Ángeles en 1942.

Protagonizada por Edward James Olmos, un narrador-bailarín-cantante, el filme narra la detención de 600 chicanos por el asesinato de un hombre y la posterior condena a cadena perpetua de 12 de ellos, sin pruebas y con multitud de errores judiciales de por medio.

Treviño y Valdez forman parte de la denominada "Tercera vía" del cine chicano, más centrado en la vertiente político-social y que dio pie a la realización un poco más tarde de una serie de películas más comerciales, como "La Bamba" (1987) o "Stand and deliver" (1988), aunque siempre con denuncias sociales.

Tras dar muchos tumbos, el cine chicano ha llegado a la actualidad con nuevos directores de distintas nacionalidades pero con una unidad temática y cuyo estilo tanto narrativo como de contenido es documental.

Es el caso de Joseph Mathew y Dan de Vivo (EEUU) con "Crossing Arizona"; Lucía Gajá (México), con "Mi vida dentro" o Almudena Carracedo (España) con "Made in LA".

Historias exhibidas en Lérida y que demuestran que "el cine chicano tiene que considerarse latinoamericano y romper con ese tópico del norte/sur del río Grande", afirmó Millán.