Vestido de rojo, el Papa comenzó su discurso instando a la comunidad cristiana a preguntarse si son traidores como Judas o si aman a Dios como José y María. ¿Quién soy yo? ¿Soy yo como Judas, el traidor? ¿o soy como estas dos Marías, que permanecen en la puerta del sepulcro llorando, rezando? ¿Dónde está mi corazón? ¿A cuál de estas personas me asemejo? Con estas reflexiones Francisco pedía a los allí presentes y a todos los que lo veían desde sus casas, una autoreflexión sobre actitudes.
Un discurso muy peculiar y con un mensaje para mejorar en los tiempos que corren. Además también quiso llamar la atención de los que dirigen a los ciudadanos: "¿Soy yo como aquellos dirigentes que, rápidamente, arman el tribunal y buscan falsos testimonios? ¿Soy yo como ellos? Cuando hago estas cosas, si es que las hago, ¿creo que así estoy salvando al pueblo? ¿Soy yo como Poncio Pilatos? ¿Cuando veo que la situación se pone difícil me lavo las manos y no sé asumir mi responsabilidad y dejo condenar, o condeno yo a las personas?"
Con sus palabras trató que cada uno de los fieles mirara en su interior y fuera capaz de ver si estaba haciendo el bien o el mal para los demás "¿A cuál de estas personas me asemejo? Que esta pregunta nos acompañe durante toda la semana", finalizó el Pontífice.
En las dos horas que duró la homilía también tuvo tiempo de acordarse del anterior Papa, Juan Pablo segundo, quién será canonizado el próximo 27 de abril. Francisco ensalzó su gran labor para lograr las Jornadas Mundiales de la Juventud: "El papa Juan Pablo II, que fue el impulsor de estas jornadas mundiales de la juventud, se convertirá en su gran patrón, y continuará siendo para todos los jóvenes del mundo, un padre y un amigo".