Así lo han querido dejar claro en Sálvame. Han explicado que todos los que trabajaban ahí tenían que decir exactamente lo que les decían, sin ningún tipo de queja y con un montón de presión por el programa.
Boris Izqguirre, que afirma que tiene buen recuerdo del programa, no entiende porqué se quejan, a lo que Kiko Hernández, Matamoros y Mila le han contestado agresivamente:
"Ahora vas de intelectual, pero allí te bajabas cada cinco minutos los pantalones" le ha contestado Kiko, y Mila añade: "El no se comía las pelotas que no nosotros tuvimos que comernos; yo he tenido que mentir mucho para poder comer, pero no me enorgullezco de ello"
Los sueldos tan altos que cobraban en comparación a otros programas eran la causa de que ninguno de ellos dejaran el programa. Así hacían lo que ellos mismo califican como un "espectáculo bochornoso" que incluía inventarse cosas y acusaciones, como por ejemplo las declaraciones de Mila sobre unos sobres enviados por Encarna Sánchez totalmente falsas;
"Mi familia lo pasó muy mal" continuó Mila; pero según sus declaraciones y las de Matamoro no tenían opción: o entrabas a matar o a morir, pero el dinero les compensaba toda la presión y las exigencias.
Paz Padilla, que siempre estuvo encantada de trabajar en Crónicas Marcianas, cuenta que fue muy gratificante trabajar con Sardá, y Mila lo confirma, ya que aprender de él fue de las mejores cosas que le han pasado según su propias palabras; eso sí, eso no compensó el trato del programa, los contenidos que tuvieron que tratar.
Ese infierno que vivieron ellos queda expuesto con todas las declaraciones que han hecho: el continuo análisis de la relación de Mila con Encarna Sánchez, los insultos que les proferían (a Loles León, Carmen Hornillos),la presión...
Una última pregunta cierra las declaraciones: ¿nunca se planteó dejarlo? "Cada noche, pero no podía por el dinero" concluye Kiko Hernández.