Manu Brabo invita a empatizar con las personas que viven las guerras de Oriente Medio en su primera muestra en solitario

EUROPA PRESS 02/11/2017 15:19

"La idea de esta exposición es que la gente deje de pensar y empiece a sentir un poco y se ponga en la piel de las personas a las que les ha tocado vivir esto", ha expresado el fotógrafo en un encuentro con la prensa para matizar que lo que espera cuando enseña sus fotos es que "la gente acabe fastidiada y sintiéndose mal".

Así, en la muestra se encuentran fotografías "impactantes" de las primaveras árabes en Siria, Irak, Libia y Egipto: soldados en plena guerra, una mujer anciana buscando a un familiar fallecido o dos niños mirando con "curiosidad" el cuerpo enterrado en vida de un militante del Estado Islámico son algunas de las imágenes que no dejan indiferente.

"Esto es algo de lo que el fotógrafo tiene que ser consciente. A veces tienes que vivir con cosas como aguantar la última mirada de un chiquillo que te pesa todavía", ha lamentado. A su juicio, "la guerra también se convierte en algo cotidiano desgraciadamente", como está ocurriendo en esos lugares.

"Es una cotidianidad tener que cruzar una calle con doce francotiradores para ir a comprar pan. La gente lo acaba asumiendo como una constante que es así", ha explicado para precisar que, "aunque el no se acostumbra", las personas "consiguen siempre seguir adelante".

Brabo, que desde 2007 trabaja en el impacto de desastres naturales, cambios políticos, levantamientos, revoluciones y guerras en países como Kosovo, Libia, Egipto, Siria o Ucrania, fue secuestrado por las fuerzas de Gadafi en Libia en 2011 y pasó 45 días preso entre interrogatorios y traslados de celdas.

En este sentido, ha denunciado que se ha convertido en "algo normal" que el periodista sea un objetivo. "No es un trago agradable que te quiten la libertad y no saber que va a pasar contigo", ha expresado para señalar que se trata de una experiencia que "debe ser reenfocada" para "aprender y que no vuelva a pasar".

"Después del secuestro volví a Siria y seguía haciendo lo mismo. Mucha parte de este trabajo es la adrenalina, te llegas a ver intocable y piensas que van a matar al de al lado", ha apuntado. En cualquier caso, el secuestro le hizo "aprender a estar el tiempo justo en los sitios de trabajo" y a "evaluar dentro de sus posibilidades".

"HACER DEL MUNDO ALGO MEJOR"

Para él, su trabajo hace "del mundo algo mejor al poner sobre la mesa esta información", aunque considera que "no es responsable" y que "hace lo que puede". "Yo estoy allí y saco las fotos y luego paso la patata caliente", ha expresado para lamentar que a veces las fotografías no provocan las reacciones esperadas y uno "se llega a desesperar".

En este contexto, ha denunciado que "se está criminalizando" a gente que lo "está pasando muy mal al huir de la guerra", una situación "complicada" de la que "se venía advirtiendo desde hace muchos años". "Todos estos conflictos están diseñando una Europa distinta con la que no sé si estoy muy de acuerdo. Hace tres años la política era abrir fronteras, ahora, de repente, se trata de construir muros", ha añadido.

En cualquier caso, lo que le "motiva a seguir" es "tratar de provocar una reacción con sus fotos" a pesar de las consecuencias. En este sentido, ha explicado que lo más complicado es "volver" e ir "venciendo sus miedos". "No tengo ninguna píldora 'antimiedo', yo creo que se nace con la capacidad de gestionarlo. Si no lo gestionas es peor, actúas por instinto y no siempre es la mejor reacción", ha concluido.