Como si de una maldición se tratase, la muerte se ha convertido en noticia de primera plana, tras instalarse entre los famosos y golpear de lleno los corazones de millones de 'fans'.
A la muerte no le ha importado la fama, ni la grandeza, ni la edad para pasar su guadaña afilada y cortar las vidas de tres estrellas de diferentes generaciones: Carradine, a los 72 años, el 'Ángel de Charlie', a las 62 y 'El Rey del Pop', a punto de cumplir los 51 años.
Millones de espectadores en los años 70 siguieron desde la pantalla televisiva a aquel monje Shaolín que interpretaba Carradine en la serie Kung Fu. Una fama intermitente y caprichosa que regresó en los 90 con Kill Bill.
Al 'pequeño saltamontes', la muerte le llegó en un hotel de Bangkok, sin que se haya podido aclarar si lo asesinó una secta secreta o se excedió en los juegos eróticos.
La más guapa de los Ángeles de Charlie también sentó delante de las tele a una generación de incondicionales desde 1976 y hasta 1981, año en que abandonó la serie.
Fawcett perdería la batalla de tres años que libró contra un cáncer, mientras Michael Jackson sorprendió a medio mundo con un inesperado ataque al corazón.
Los seguidores de Michael Jackson no tienen una edad definida, ni una raza, ni una clase social.
Para el Rey del Pop el éxito fue un estado de gracia que arrancó cuando era el más pequeño de los Jackson Five en 1969 y desde entonces no lo abandonó hasta los primeros años del 2000 los escándalos judiciales sobre su supuesta pedofilia nublaron su fama.
Junio cierra apagando a tres estrellas del espectáculo. Todos han muerto en este mes donde hemos despedido la primavera y a estos grandes que se van dejándonos a todos un poco huérfanos.