El Museo Cervantino de El Toboso echa en falta un Quijote en guaraní y en bable

AGENCIA EFE 10/05/2009 20:04

"Aquí y en 55 idiomas se encuentra la cultura, ese Quijote soñador que en algún momento nos hizo soñar a todos", dice a Efe Amalia Martínez Moreno, la guía y encargada del museo, que ella misma lo califica de "mágico lugar".

La creación del Museo Cervantino surgió en 1920 cuando al entonces alcalde de El Toboso, Jaime Martínez-Pantoja, se le ocurrió la idea de escribir a todas las embajadas para pedir un ejemplar de "El Quijote" en el idioma del respectivo país.

Martínez-Pantoja consiguió así reunir ya en aquella época más de 2.300 ejemplares de Quijotes que iban llegando hasta El Toboso desde todos los rincones del mundo con ilustraciones y firmas de numerosas personalidades de la política.

A pesar del tiempo transcurrido, el Museo no abrió sus puertas sino hasta 1983 y desde entonces ha sido visitado anualmente por miles de personas, pero las dos plantas que ocupa en un edificio anexo a la Plaza del Ayuntamiento se han quedado pequeñas.

Sus vitrinas albergan ediciones de El Quijote de todos los tamaños y en lenguas tan dispares como el lunfardo, el esperanto, una edición en braille donada por la ONCE u otro ejemplar de 1912 en lengua celta.

Entre las más curiosas, está la realizada por un alcarreño en latín macarrónico que comienza así: "In uno lugare manchego, pro cujus nomine non volo calentare cascos".

El Museo Cervantino, según Amalia Martínez, une en cierto sentido a los políticos, "porque lo mismo da un dictador que un demócrata, ya que si algo les puede unir y derribar fronteras, es la cultura".

Así, el museo cuenta con ejemplares firmados por personajes tan dispares como Benito Mussolini, Nelson Mandela, Margaret Thatcher o José Luis Rodríguez Zapatero.

A estos se suman los firmados por Francisco Franco en 1948, o las de los ex presidentes peronistas argentinos Juan Domingo Perón o, más recientemente, Carlos Saúl Menem.

Según cuenta Amalia, por el que más preguntan los visitantes es por la edición más antigua de El Quijote, que fue donada por una señora barcelonesa en 1755 y que se compone de cuatro tomos de libro de bolsillo con unas ilustraciones "preciosas".

Otra de las ediciones "estrella" por las que más se pregunta es una firmada por Hitler en 1933, pero Amalia advierte que el dictador nazi no estampó su firma en un Quijote, sino en una edición en alemán de Los Nibelungos porque "no quiso firmar sobre una obra española".

Alrededor de unas 23.000 personas han contemplado cada uno de los Quijotes del museo durante 2008, pero Amalia confiesa que cada día se sorprende con las visitas tan dispares que éste recibe.

En este sentido, recuerda a un matrimonio australiano que recorrió 22.000 kilómetros sólo para pasear por las calles de El Toboso y encontrarse con la colección de Quijotes.

"O la sonrisa que encontré en los ojos de tres chavales japoneses cuando vieron El Quijote en su idioma", dice.

"Es un orgullo ver la cara de alguien cuando encuentra un pedazo suyo en este museo", dice Amalia.

Lo único que falta en el Museo Cervantino es una edición de El Quijote en guaraní y otra en bable.

Amalia recuerda que un visitante asturiano le prometió que le enviaría una copia en el dialecto de los astures, pero el tiempo ha transcurrido y la edición quijotesca no llega.

Por Ana María Alonso De Juana