Un grupo de narradores denuncia la dictadura del realismo y la censura comercial en novela

AGENCIA EFE 06/05/2009 17:48

Elena Santiago, que acaba de publicar "La muerte y las cerezas" (Menoscuarto), ha acreditado la existencia de "una especie de censura" por parte de "muchas e importantes editoriales" que estudian los libros únicamente "como posibilidades de venta", hasta el punto de marginar a muchos escritores que no acceden a las modas.

Entre éstas, y "bastante asfixiante", ha mencionado la preponderancia de la novela histórica desde "hace bastante tiempo", una insistencia que no observa con malos ojos pero sí su prolongada existencia con el riesgo que conlleva lo que ha denominado "mucha presión" para los creadores.

"Es cierto que existe una libertad para escribir porque el arte debe ser libre, pero sí creo que proliferan unas modas que en cierto modo obligan a los escritores a seguirlas para poder tener éxito. A mí eso me parece una frustración", ha opinado la novelista y poeta nacida en Veguellina de Orbigo (León).

Para Martín Casariego, autor de la reciente novela "La jauría y la niebla" (Algaida), en España existe una cierta "dictadura del realismo", dentro de la cual podría inscribirse a su juicio la actual corriente de novela histórica y en concreto la centrada en la última Guerra Civil española.

Las ventas editoriales, ha explicado quien debutó en las letras con "Qué te voy a contar" (1989), representan "un reflejo de la cultura española", por lo que "si en las series de televisión y en el cine no existe fantasía, ¿por qué tendría que haberla en la novela?" actual, se ha preguntado.

Esas tendencias o modas, en palabras de Andrés Ibáñez, obedecen a una "obsesión por el realismo" en detrimento de la ficción, de la imaginación, "que ha convertido a la buena literatura en algo muy aburrido de leer, lo que ha dado lugar a la aparición de temas más entretenidos, vinculados a la historia, la fantasía y el misterio".

Por su parte, el colombiano Pedro Sorela ha inscrito toda esta situación en el contexto de las aulas, donde él acumula una amplia experiencia dentro del ámbito universitario, al pronosticar que "en quince años, más o menos y tal como van las cosas, como no exista una recuperación de las humanidades en los planes de estudio, a este paso los jóvenes no van a poder leer ni a Harry Potter".

Se ha referido así el ensayista y también dramaturgo a la progresiva y acelerada pérdida, por parte de los estudiantes, de la capacidad de interpretar o de abstraer las ideas en un texto escrito, de poder imaginar un escenario".

Los jóvenes, ha añadido el autor de "Cuentos invisibles", están aquejados de la "enfermedad de la literalidad, es decir que lo que no es literal no lo entienden, y no porque sean tontos, ya que razonan correctamente en otros campos, sino que no han leído un libro, como consecuencia de planes de estudios 'delicuenciales'".

"Empezamos a entrar en una sociedad analfabeta. Los alumnos comienzan ya a olvidarse de las palabras. Lo demás son discusiones de mercado, de libreros y de editores", ha concluido Sorela antes de referir, con arreglo a su experiencia, cómo los estudiantes universitarios se encuentran "huérfanos de orientaciones" literarias.