Tres sanitarios explican los cambios físicos y psicológicos que han experimentando tras un año de pandemia

  • Un año después de que el coronavirus llegase a nuestra vida, los estudios están analizando su impacto en la salud de los sanitarios, sobre todo la ansiedad, depresión y estrés postraumático

  • En Yasss hemos entrevistado a Laura, Alejandro y Salva Albert, sanitarios especializados en medicina, enfermería y psicología clínica respectivamente

  • Los sanitarios explican los efectos psicológicos de la pandemia y responden a la gran pregunta: ¿Qué podíamos haber hecho de otra forma para evitar el colapso sanitario?

Tras un año de pandemia, la población al completo está experimentando las potentes secuelas psicológicas del aislamiento y la incertidumbre. Prácticamente todos hemos sufrido ansiedad en algún momento desde que la palabra ‘coronavirus’ se convirtió en una de las más usadas de nuestro diccionario particular, y a este estado de inquietud le han acompañado la tristeza, los problemas para dormir y el miedo respecto a nuestro futuro.

Si al desconocimiento le sumas tener que trabajar cara a cara con este enemigo invisible, tienes el caldo de cultivo ideal para que aparezca un estrés mantenido en el tiempo, tal y como le ha sucedido a muchos sanitarios de nuestro país.

Desde que el coronavirus se instauró en nuestra vida, son muchos los estudios que han intentado hallar la repercusión de la enfermedad en el personal sanitario. Uno de los más importantes es llevado a cabo por la Universidad de Glasgow, que evidenció unas tasas de ansiedad y depresión del 50% en enfermeras que habían trabajado en primera línea con pacientes con covid-19.

Sin embargo, no es el único. Recientemente Alba Hernández, médico, y Arantxa Santamaría, consultora estratégica sanitaria, han desarrollado una investigación para conocer el estado de salud de los profesionales sanitarios españoles tras un año de pandemia.

El estudio encontró cambios a nivel psicológico, sobre todo estrés postraumático, pero también físico, tal y como reflejaban los rostros de los participantes de la investigación. “Hemos demostrado que al estar expuestos a un problema que afecta no solo en lo laboral sino también en lo personal, esos cambios se pueden producir en un corto periodo de tiempo”, explicaban Hernández y Santamaría.

Cómo ha cambiado la vida de los sanitarios

Hemos normalizado vivir con mascarillas –o al menos la mayor parte de la población– y planes como salir de fiesta, hacer una escapada a la otra punta de España o quedar con toda nuestra familia para cenar se han convertido en un privilegio al que no podemos acceder. En otras palabras, nuestra vida ha cambiado drásticamente a lo largo de este año. Pero, ¿cómo están viviendo esta situación los sanitarios?

Para responder a esta pregunta, hemos entrevistado a Laura, Alejandro y Salva Albert, sanitarios que se dedican respectivamente a la medicina, la enfermería y la psicología clínica en el sistema público de salud.

Pregunta: Ha pasado un año desde que comenzó la pandemia y cada vez surgen más estudios evaluando el impacto psicológico del coronavirus en sanitarios. En tu caso, ¿cómo te ha afectado? ¿Has notado secuelas en tu salud mental?

Laura: A mí lo que más me impacto psicológicamente sin duda fue el tiempo que pasamos durante la primera ola. Yo creo que ahora mismo se ha normalizado un poco, es como una nueva normalidad en la que convivimos con el coronavirus, tanto en el hospital como fuera, pero en aquella época no sabíamos bien, había esa incertidumbre de qué pasará.

Lo cierto es que fueron unos meses que la gente no es consciente de lo que se vivió. Yo recuerdo que con nosotros la actividad quirúrgica se paró. Nosotros ayudábamos en todo lo que se podía. En las urgencias, en las plantas… Y claro, yo entrando justo ese año en el hospital no estaba preparada para ver a la gente tan mal y poder hacer tan poco.

Había tal colapso que esto parecía un hospital de guerra. La gente en urgencias sentada en el suelo, camas por los pasillos... Una situación de impotencia que todo el mundo vivía. Y eso poco a poco, todos los días, todas las horas, en guardias, en noches, va haciendo mella. También se vivieron situaciones muy difíciles, sobre todo al principio con los familiares angustiados preguntando qué pasaba con sus familias y los pacientes sufriendo en las habitaciones. Aún recuerdo esa época y se me ponen los pelos de punta. Como ya ha pasado un año parece que está muy lejos, pero qué va.

Alejandro: En primer lugar, debo decir que he tenido el privilegio de no trabajar durante toda la pandemia en plantas Covid. En mi caso, en abril del año pasado, me movieron a una UCI y en mayo volví a mi rotatorio normal, en el que afortunadamente mi contacto con esta enfermedad ha sido escaso.

Respecto a las secuelas, sí que noté un empeoramiento en mi salud mental, y a finales de 2020 decidí comenzar en terapia con una psicóloga que me está ayudando mucho a gestionar mis problemas.

Salva Albert: Es cierto que la presión sobre el sistema sanitario se ha sentido en cuanto a la adaptación a nuevas normas a las que no estábamos acostumbradxs. El trabajo con personas que están sufriendo un padecer ahora teñido de una especie de impotencia universal, la incertidumbre que a todos nos incumbe… Es difícil bajarse del pedestal de invulnerabilidad en el que se sitúa a los sanitarios y ayudar a personas que se encuentran en la misma situación que tú. A eso se le une las dificultades para trabajar con nuevas herramientas a las que no estamos acostumbrados y que han entorpecido por la lentitud de nuestro sistema público el contacto con las personas que lo necesitaban: protocolos de derivaciones, normas cambiantes, trabajos improvisados… Cierto es que esto nos ha pillado, incluso a “los que mandan” de improviso, y por supuesto, a todos nos ha pasado factura.

En mi caso personal ha sido una experiencia de mayor trabajo, de vernos forzados a innovar y trasmitir la cercanía de un contacto persona a persona por teléfono. La creación de nuevos proyectos para ayudar a personas que necesitaban apoyo “para antes de ayer” y el consecuente tic tac que corría en nuestra contra ha hecho que tras la fase de confinamiento general haya decidido poco a poco intentar soltar cargas de trabajo innecesarias. Aunque es un proceso muy lento e inconsciente…

Al trabajar en un sector que lidia cara a cara con el coronavirus, ¿has notado cambios en tu rendimiento laboral?

Laura: A mí personalmente no me ha provocado ningún cambio en el rendimiento de trabajo. Es cierto que es un ambiente distinto, hay que adaptarse a la situación y cambia la rutina que seguimos en el hospital.

Alejandro: Al principio de la pandemia noté, sobre todo, mucha inseguridad, era una patología totalmente desconocida, y yo además tengo una enfermedad crónica de base, por lo que hubo unas semanas donde pasé miedo. Después se fue conociendo más sobre el virus, y me fui relajando.

Ahora que ya he recibido la vacuna, me siento más seguro. Sin embargo, creo que mi rendimiento laboral no se ha visto muy condicionado, en gran parte por mi contrato en formación, que ha permitido que no esté fuera de mis rotatorios durante mucho tiempo.

Salva Albert: En mi caso el contacto no se trata de algo específicamente directo al ser Salud Mental, pero sí que se ha notado el cómo han tenido que cambiar los ritmos, la necesidad de implementar el trabajo telefónico o el trabajo desde casa ha hecho que ahora tengamos disponibles recursos de teletrabajo que han cambiado por completo la forma de concebir la profesión. Ahora no me resulta tan raro tener una entrevista clínica por teléfono como antes, las mascarillas en las consultas presenciales disminuyen la precisión de la impresión clínica y el trabajo diario se puede ampliar hasta cualquier hora al poder hacer informes desde casa. Se podría pensar que resulta realmente paradójico, pero el trabajo online conlleva más trabajo.

¿Cuáles dirías que han sido los factores que más han agravado el impacto del COVID-19?

Laura: En mi opinión la incertidumbre, eso es lo fundamental. Hay un primer momento en el que nosotros no sabíamos cómo iba a evolucionar esta enfermedad. Era un miedo a lo desconocido, ver a pacientes con muchas enfermedades o trastornos que de repente se ponían muy malitos, pero ver también a pacientes totalmente sanos que también se ponían muy malos. Entonces eran preguntas que no sabíamos en un primer momento contestar, y eso da pie a que tengas mucho más miedo a la hora de trabajar con esta patología.

Y por supuesto la saturación de los hospitales. Yo recuerdo las imágenes de ver a pacientes en urgencias con tal colapso que estaban por los suelos, con camas por los pasillos y sanitarios trabajando horas y horas sin descanso turnos seguidos, todos poniendo de su parte todo lo que se podía… Pero era una situación muy complicada y difícil de gestionar.

Alejandro: Lo que más lo ha agravado sin duda, es estar lejos de mi familia, amigos y mi pareja. La incertidumbre de cuando poder verlos, y no tenerlos cerca cuando más los necesitaba.

Respecto al hospital, los primeros meses fueron un campo de batalla. Apenas había EPIs, casi todo el hospital se convirtió en zona Covid y el ambiente que se respiraba era de pesimismo y tristeza.

Salva Albert: Desde luego la incertidumbre sobre la estabilidad laboral de la personas ha hecho virar el área de trabajo en las sesiones, o incluso las nuevas vicisitudes que surgen durante la formación online, ahora tan común, hace que surjan nuevas angustias a las que se hace difícil dar respuesta cuando son de tan nueva aparición. En mi caso personal, he notado que la incertidumbre sobre el desenlace de esta pandemia y la falta de contacto en persona con mi pareja, familia y amigos pesa y pesa mucho.

¿Y cuáles dirías que lo han amortiguado?

Laura: Lo que amortigua un poco y hacía llevadera esa situación era el compañerismo. Todo el mundo echaba una mano. Aunque no supieras, daba igual, tú estabas ahí. Por lo menos en nuestro caso, como médico, si sabías un poco se hacía lo que se podía. Si tenías que ayudar por las noches, lo hacías. Hay compañeros a los que le daba igual si era un turno, dos o tres. Yo creo que esa solidaridad general ha ayudado, tanto dentro del hospital como fuera. Cada uno fuera ponía su granito de arena.

Alejandro: Tengo la suerte de vivir con una de mis mejores amigas, y gracias a ella la cuarentena fue mucho más fácil.

Salva Albert: Nuevas relaciones han surgido durante este periodo que han hecho mucho más llevadero el camino, el contacto de quienes tienes físicamente más cerca se vuelve esencial.

Se han publicado investigaciones sobre los efectos a nivel físico del coronavirus en sanitarios un año después. ¿Has percibido algún cambio físico?

Laura: Lo único que he notado es el uso de las mascarillas, sobre todos las primeras que había en el hospital porque daban un poco de alergia y salía un poco de acné en la zona. Pero quitando eso, nada más.

Alejandro: En mi caso, empecé a comer peor, y he engordado bastante desde el año pasado. Pero hablando de cambios físicos, hace poco vi una publicación de un enfermero de UCI que en un año se había llenado de canas.

Salva Albert: Por suerte no he sentido ninguna repercusión física de la pandemia más que el creo que común dolor detrás de la oreja por tantas horas de mascarilla seguida y algún día malo por la reacción secundaria de la vacuna, pero no mucho más.

Con la experiencia que nos ha otorgado este año, ¿Qué crees que se debería haber hecho diferente?

Laura: Es muy difícil valorar a computo general, pero yo entiendo que en la primera oleada cuando hubo esa incertidumbre nos pilló de sorpresa y fue más difícil hacer una buena gestión. Pero creo que se podrían haber mejorado las cosas previniendo con esa primera ola las siguientes olas que hemos tenido después. Habiendo pasado hasta seis meses desde que empezó lo del covid había falta de mascarillas y EPIs sobre todo para la gente que tenía que estar en contacto continuo con ese tipo de pacientes y con el virus. En ese ámbito se podía haber mejorado.

Creo que se actuó tarde. La obligatoriedad de las mascarillas, las restricciones, el confinamiento… Son medidas que llegaron tarde cuando ya explotó la primera ola y aunque eran necesarias, se podría haber evitado mucho más haciéndolas un par de meses antes como se estaba viendo en otros países.

Alejandro: Por mi formación y escasa experiencia, no creo que yo sea la persona más indicada para juzgar temas políticos o de gestión. Sí que creo que, al ser una situación totalmente nueva e impredecible a nivel mundial, se tomaron en un principio decisiones sin una evidencia clara, y quizás se podría haber aprendido de errores que ocurrieron en otros países para no cometer los mismos.

Actualmente, hay fallos que se siguen cometiendo, quizás por buscar estrategias para lograr un equilibrio entre salud y economía.

A nivel individual, pienso que al principio de la pandemia existía más responsabilidad social, que se está perdiendo por estar normalizando esta situación y por el cansancio por las medidas.

Salva Albert: Creo que a posteriori se pueden tachar muchísimos errores de inadecuados como poco, como la falta de rapidez en las decisiones y la inconsistencia de las normas tomadas. Sin embargo, insisto en que se tratan de críticas a posteriori. Creo que este mar de incertidumbre y dolor nos ha engullido a todos por igual, no han existido mentes privilegiadas capaces de adelantarse a un tsunami que nos ha cubierto a todos por igual.

¿Y tú qué habrías hecho de otra forma tanto en el plano profesional como en el personal?

Laura: Creo que es fundamental el apoyo psicológico de profesionales, amigos o conocidos, que nos ayuden en los momentos de mayor estrés y carga emocional. En mi caso, eso me habría ayudado a sobrellevar mejor en el ámbito profesional la época en la que estuvimos con mayor carga de trabajo, como en lo personal cuando estuve aislada por el coronavirus.

Alejandro: Creo que lo principal hubiera sido buscar ayuda psicológica antes. Al igual que cuando estamos con fiebre vamos al médico, cuando nuestra salud mental empeora, debemos acudir a un profesional para que valore que nos puede estar ocurriendo. Si hubiera empezado antes la terapia, probablemente habría afrontado mejor tanto el plano personal como el profesional.

Salva Albert: Creo que poco más se puede hacer cuando uno siente que el virus se encuentra en cualquier parte. Los bloqueos, la ansiedad, la anticipación, la tristeza, la soledad y la sensación de estar ante un abismo no son trabajo fácil. Poco se le puede exigir al pasado más que ser digerido por un presente al que aún le queda mucho futuro.