El parque frente a la Facultad de Biología es el lugar elegido muchas noches por los jóvenes estudiantes que se reúnen en torno a las botellas, guitarras y tambores.
Muchos llevan desde por la mañana sentados en un césped, que a altas horas de la madrugada ya está más cubierto de deshechos, basuras, botellas y plástico, que de hierba.
Es su lugar, como ellos mismos aseguran. Dicen que allí no molestan a nadie, que muchos recogen sus residuos, pero que son otros los muchos que dejan todo tirado tras la juerga.
En una esquina vemos a unos chavales que hacen negocio estas noches. Son los que se encargan de vender "minis" de a litro para los otros universitarios. Como ellos dicen "a nosotros la noche nos sale por 20 euros de más".
Porque la mayoría suele gastar una media de 10 euros, con ese dinero pueden beber hasta 4 litros de alcohol por cabeza. En la esquina opuesta del jardín una carpa de la Cruz Roja de Madrid que atiende, asesora y previene a los estudiantes sobre los efectos del alcohol.
Les realiza controles de alcoholemia voluntarios y les recomienda no coger el vehículo propio. Muchos son los que se acercan, "nosotros somos jóvenes que estudiamos, que tenemos un futuro, somos responsables, sólo que nos gusta la fiesta y venimos aquí a "mamarnos", nos cuenta uno de ellos.
A la mañana siguiente se despertarán con dolor de cabeza para acudir de nuevo a sus aulas. Así es la vida en el campus, los libros inundan los días, y el alcohol las noches.
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