Donna Leon lleva de nuevo a Venecia al comisario Brunetti

EUROPA PRESS 08/06/2015 14:29

En un encuentro con la prensa, Leon, estadounidense que reside en Venecia desde hace varios años, ha repasado la situación de la ciudad italiana que sirve de escenario a su última novela y a otras precedentes. "Venecia tiene un Triángulo de las Bermudas --Rialto, San Marcos y Academia-- que, cuando lo atraviesas, se convierte en una carrera de obstáculos", ha afirmado.

Más allá de ese turismo de masas, la autora también señala a los escasos habitantes habituales de la ciudad, poblada en determinados meses por turistas "rusos, chinos o americanos que alquilan un palacio para ir un mes al año". "El resto del año no hay comercio, los venecianos se tienen que ir porque no hay trabajo y, con ellos, se va la memoria histórica de la ciudad", ha aseverado.

'Sangre o amor' narra una historia de "amor como forma de obsesión" de un admirador de la soprano Flavia Petrelli, que lleva detrás una serie de ataques a personas cercanas a la cantante. Brunetti, viejo amigo de la infancia de la soprano, investigará esta 'atracción fatal' con el mundo de la ópera --y 'Tosca', en concreto-- como telón de fondo.

La escritora ha diferenciado esos amores obsesivos con las relaciones de atracción. "Al inicio, el amor es fanatismo, pero suele pasar. Tú ves a una persona que te fulmina, la pasión y el fanatismo pueden ser aquí sinónimos pero en sentido positivo. El problema es cuando pasa a ser algo peligroso", ha señalado.

Leon inició la saga de Brunetti con 'Muerte en La Fenice', publicada en el año 1992, y esta obra supone una vuelta al teatro veneciano donde acude a escuchar una de sus pasiones: la ópera. "Debo de estar atenta a no obligar al lector a compartir mi pasión, pero han pasado 23 años y me lo podía volver a permitir", ha explicado.

De hecho, la escritora 'amadrina' la orquesta Il Pomo D'Oro, donde hace labores de "relaciones públicas" y sugiere cantantes para determinadas obras --y que prevé visitar Pamplona en enero del año próximo--. "No soy músico, pero tengo oído para el tema de las voces", ha reconocido, tras confesar que vendería su alma "a Satanás" con tal de poder cantar como las soprano.

UNA ESCRITORA RÁPIDA

No obstante, esta duplicación en su trabajo no es óbice para que sea una "escritora rápida". Leon ha detallado su forma de trabajo, que incluye la creación de una novela en el plazo de ocho o nueve meses "normalmente", alternando periodos de escritura con otros de reposo o en otros asuntos.

"El lugar y las circunstancias física no me importan, me encierro en una semana y me pongo a trabajar, deseando que me saque de allí una llamada de un amigo. Después, no pienso en el libro en un mes y cuando vuelvo, hago otra vez lo mismo", ha destacado, afirmando además que durante este periodo de escritura no adelanta "nada a nadie".

A pesar de reconocer que no lee ya "novela de género", sino historia, ha explicado que conoce "de memoria" la fórmula y estructura de este tipo de novelas. Así, ha recordado que toda novela negra debe contar con un crimen, una persona que se interese en quién y por qué lo ha cometido, un culpable y una solución. "Las combinaciones a partir de ahí son múltiples", ha añadido.

Respecto a su personaje y futuras entregas de la saga, ha afirmado que no jubilará a Brunetti porque ella se "tendría que jubilar con él", si bien ve como una buena sustituta a la comisaria Claudia Griffoni. Entre sus próximos proyectos incluye el de escribir una novela "futurista", que todavía no tiene "en la cabeza" pero le gustaría llevar al papel.

LA INMIGRACIÓN EN ITALIA

Además, ha adelantado que en su libro del próximo año hablará del fenómeno que ella define como 'Los nuevos africanos' que han llegado a Venecia. "A diferencia de los senegaleses que ya están integrados, éstos son más bruscos en sus formas y la gente mantiene todavía la distancia con ellos", ha explicado.

Leon considera que la inmigración que está llegando a Italia es "un problema" pero no sólo del país transalpino, que entiende es zona "de paso", sino de otros como Alemania o Gran Bretaña. "No sé cual es la consecuencia de esto ni tampoco la solución, es difícil hablar porque cualquier comentario corre el riesgo de parecer racista e incluso hablar de esta gente como 'problema' ya supone minimizar su situación", ha concluido.