Leasing y renting son dos opciones de financiación cada vez más frecuentes a disposición de profesionales autónomos o empresarios y, en el caso del renting, también al alcance de particulares. Son aplicables a distintos productos: vehículos, material de oficina, equipamiento informático... y presentan ciertas ventajas concretas con respecto a los tradicionales métodos de obtención de financiación, como la solicitud de préstamos o créditos para la adquisición de bienes. ¿Qué es leasing y qué es renting? ¿En qué se diferencian estas fórmulas y cómo saber cuál es mejor en cada caso?
Aunque leasing y renting son dos maneras de financiar relativamente similares, existen importantes diferencias entre ellas. Así, en los dos casos, tal y como recuerda la web Economipedia.com, estamos hablando de alquilar un bien a largo plazo (un coche, un inmueble, un equipo tecnológico...) Del mismo modo, ambas fórmulas se utilizan para adquirir el derecho de uso de bienes nuevos.
Más allá de ello, comienzan las diferencias entre renting y leasing: la principal es que el renting está disponible para particulares (personas físicas) sin necesidad de que sean profesionales autónomos, siendo también una opción para los empresarios. Esto no ocurre en el caso del leasing, que sirve únicamente para profesionales y empresas, ya que debe vincularse a una actividad económica.
Otra diferencia importante se encuentra en el hecho de que el renting no permite la posibilidad de adquirir el bien de que se trate cuando finalice el periodo del contrato. En el caso del leasing, sí será posible comprar el bien de que se trate.
Esta es la definición concreta de cada una de estas vías para dotarse de material alquilado:
Ambas opciones funcionan como alternativa a, por ejemplo, la solicitud de préstamos o créditos para adquirir un bien caro de larga duración, como puede ser un coche o determinada tecnología. Se trata de una manera de invertir con menos coste, aunque es importante valorar todas las opciones y el precio final de cada una de ellas antes de tomar ninguna decisión, valorando todos y cada uno de los gastos asociados y riesgos asumidos.
Además, es importante saber que normalmente la cuota que se paga por un contrato de renting suele ser más elevada que la de un contrato de leasing, al incluirse en el primer caso otros conceptos en el precio final. Como contrapartida, en el contrato de leasing necesitarás contratar los servicios de mantenimiento con otra compañía, al ser el arrendatario el que debe correr con estos gastos. Del mismo modo, el renting tiene la ventaja de que el arrendador asume todos los gastos para que el bien funcione en perfectas condiciones, lo que permite ganar tranquilidad.
Por último, cabe destacar que, en el caso del leasing, es posible aplicar deducciones fiscales por las cuotas satisfechas, incluyendo las amortizaciones, intereses pagados, etc. En el caso del renting, tan solo serán deducibles las cuotas satisfechas por el arrendamiento.
En cuanto a qué opción es mejor, ello dependerá de cada caso concreto. En general, se suele decir que el leasing supone mas ventajas cuando el bien que vamos a alquilar tiene un plazo de obsolescencia mayor, mientras que el renting es preferible cuando queramos alquilar bienes cuya obsolescencia es más rápida (por ejemplo, informática).