A prueba: Ineos Grenadier, vuelta a los orígenes más salvajes del auténtico todoterreno

La prueba de hoy va a ser diferente porque este Ineos Grenadier del que vamos a tratar hoy es totalmente distinto a lo que nos viene ofreciendo el mercado. ¿Un todoterreno a gasolina o diésel? ¿De cerca de 2.700 kilos de peso? ¿Un mastodonte con carrocería de casi cinco metros de largo (4,92 m) a la que para subir casi tienes que saltar porque la distancia desde su parte inferior al suelo es de 26,4 centímetros? ¿Pero quién hace esto hoy día?

Pues lo hace Ineos, la tercera empresa petroquímica más grande del mundo que factura nada menos que 60.000 millones de euros al año. Y lo hace por empeño personal de Sir James Ratcliffe, uno de los más influyentes multimillonarios británicos, aventurero y enamorado de los 4x4. Cuenta la leyenda que un día tomando unas cervezas con sus amigos en un pub llamado Grenadier surgió el tema de cómo la industria de la automoción había “abandonado” a los amantes del 4x4. Realmente eso no es leyenda, sucedió en realidad. Lo que nadie sabe es si el Grenadier nació de esa motivadora pregunta que dice “¿A que no hay...?”.

“¿A que no hay...?”

El caso es que Ratcliffe, un apasionado de estos coches de los que tiene una buena colección, se comprometió desde el primer momento a fabricar un 4x4 sin compromisos. Por lo que hemos podido experimentar con él, su dueño lo ha conseguido. Y es que con el Grenadier las experiencias se suceden. Lo veo avanzar de frente hacia mí, con su anchura y altura de dos metros (1,93 y 2,03) y me parece que vuelven los gigantes. Unos gigantes necesarios cuando las cosas se ponen feas, como muchos tuvimos oportunidad de experimentar cuando Filomena nos mantuvo poco menos que aislados con sus 80 centímetros de altura de nieve. Entonces, nuestros “SUV” fueron poco menos que inútiles, tal y como lo son en los parajes y circunstancias extremas en los que este coloso está hecho para dar la cara.

Sus líneas angulosas y rectangular volumen no dejan ninguna duda de ante qué estamos. Son un modo de aprovechar al máximo una superficie cuajada por dentro y por fuera de elementos útiles: una escalera de acceso al techo atrás (opcional) y unos listones laterales en su carrocería sobre los que anclar desde una mesa de camping a un foco de iluminación. Es enorme y voluminoso y sin embargo tiene ese atractivo de lo inmutable y lo eternamente útil. Y casi decimos con propiedad lo de eternamente, ya que sus rectores afirman que es un coche para durar sin despeinarse veinte o treinta años.

¿Cómo va y cómo es?

Me mancho la pernera de barro al “escalar” hasta el asiento del acompañante del Grenadier. Es la primera prueba de que hemos perdido la costumbre de vivir de cerca con los auténticos “chicos duros” del motor. Y eso que este vehículo tiene nada menos que tres asas situadas a diferentes alturas para que puedas sujetarte cómodamente, además de un escalón bajo la puerta para facilitar “el ascenso”.

El arranque por llave y giro de muñeca y el freno de mano manual son como los de toda la vida. Un método para eliminar electrónica y simplificar posibles averías. Pero el diseño de la consola y los controles recuerda a los aviones o los barcos, con casi nada digital, todo pensado para poder manejarlo con eficiencia llevando guantes, las manos embarradas o ateridas por el frío, y acertar. Y cuando miramos hacia arriba, vemos las ventanas de safari, que se pueden retirar para asomarse o para tener una salida extra al exterior en caso de vuelco.

Hoy no vamos a poder conducirlo. Ineos tiene distribuídas 130 unidades por todo el mundo a la búsqueda de los terrenos más complicados y las orografías más remotas para buscarle las cosquillas y después eliminarlas, en un afán de pulir al Grenadier con dureza de diamante. Contabilizarán entre todas 1.800.000 kilómetros de pruebas. Esta es una de esas unidades y en la marca quieren evitar cualquier accidente que retrase la recolección de datos. Pero vamos con un conductor experto que nos cuenta algunos detalles además de los que ya notamos. “Ayer lo inclinamos lateralmente más de 40 grados” nos comenta bajando la voz, como sin saber muy bien si está incurriendo en un desliz. Inmediatamente pasamos por un desnivel en el que alcanzamos los más de treinta grados de inclinación y el vértigo nos tira una puntada por la falta de costumbre. El Grenadier ni se inmuta, parece cosido a la tierra que hoy está suelta y humedecida por una lluvia ligera.

Por supuesto su tracción es a las cuatro ruedas permanente. Esta unidad lleva un diferencial central de serie pero se le pueden añadir también los delantero y trasero mecánicos en un mismo conjunto.

Entramos en un terreno pedregoso, de baches continuos. Deberíamos estar botando como en una lavadora, pero su suspensión nos deja maravillados por la suavidad con la que se “traga” cada irregularidad. “¿Si es así en el campo como será en el liso asfalto?” me pregunto. La respuesta no puede ser otra que una balsa de aceite, una conducción premium, sin duda alguna, al menos en este aspecto.

Afrontamos un pequeño rio que no lleva mucho caudal. Por supuesto, es un juego de niños para un coche que puede vadear corrientes de 80 centímetros de altura durante cinco minutos sin perder estanqueidad. Por cierto, todo su interior, asientos inclusive, se puede lavar con manguera y en el suelo hay unos tapones que ejercen de desagües para eliminar después el agua.

El siguiente reto es un cruce de puentes, unos hondos baches intercalados irregularmente a derecha e izquierda del camino, sobre los que el coche avanza copiando con sus ruedas y sus ejes las diferencias de altura sin el más mínimo problema y sin que nosotros, los pasajeros, notemos apenas sus movimientos. El chasis de largueros y travesaños le da ventajas en campo que otras soluciones ni podrían soñar. Aquí le ayuda su ya citada altura al suelo de 26,4 centímetros, pero también sus ángulos de ataque (35,5º), ventral (28,2º) y de salida (36,1º), cotas que son casi imposibles de encontrar en el mercado actual.

Aún no hemos salido de nuestro asombro por la facilidad con la que este Grenadier lidia con un terreno destrozado, cuando enfilamos una enorme pendiente suave al principio y muy empinada hacia la cumbre. Muy despacio el coche avanza casi como con desprecio, enfila el morro hacia el cielo y culmina con parsimonia la trasera en la cumbre casi sin hacer notar los 450 Nm de par de empuje de su motor. De nuevo boquiabiertos. ¿Hay alguna manera de hacer sufrir a esta bestia?

Después de aún más pedregales, baches y agua, volvemos a la base por un camino normal. Aquí el conductor se deja tentar por nuestros ánimos y aprieta el acelerador durante unos momentos. El motor BMW biturbo de seis cilindros, 3.0 litros de capacidad y 285 caballos de potencia se fulgura volviéndonos a sorprender. La suspensión deja que dudemos que realmente estamos fuera de la carretera y la sedosa y veloz aceleración dice mucho de un magnífico cambio ZF de 8 velocidades que, sin brusquedad alguna, también parece dispuesto a demostrar su nobleza y eficiencia.

¿Frenos? brembo. ¿Amortiguadores? Bilstein. ¿Asientos? Recaro. ¿Ejes rígidos? Carraro. Lo mejor de lo mejor, al igual que la ingeniería de Magna Steir, fabricante, por ejemplo, de otro “monstruo” del 4x4 el Clase G de Mercedes. Por cierto, una curiosidad añadida. Ineos es dueña de parte de la escudería Mercedes AMG Petronas de Fórmula 1.

¿Interesa?

Este Grenaadier es un coche con un propósito, en él la funcionalidad está por encima de la forma y de muchas otras cosas. No es un coche para ir a la compra. Es un coche de trabajo, aunque pueda ser sea tan exclusivo y llamativo como cualquier deportivo de lujo. Tendrá una versión N1 homologada como vehículo comercial, que partirá de unos 60.000 € y la M1 se estima que se situará unos 10.000 euros por encima de eso. Es, por tanto, un coche exclusivo, dada su calidad. Pero es un coche que amortizar durante muchos años y posiblemente que sea tan coleccionable como muchos clásicos precisamente por ser un coche mucho más único, valiente y especial dadas las características del mercado en el que tendrá que participar.

En España la marca espera vender entre 700 y 1.000 unidades al año, de una producción de entre treinta y treinta y cinco mil unidades. Y si usted quiere hacerse con alguna, más vale que no lo demore demasiado. Al menos si tienen prisa.

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