El asesinato de Miguel Ángel Blanco "provocó una reacción que nunca se había dado", dice Zarzalejos

EUROPA PRESS 26/10/2011 16:21

Zarzalejos ha participado en la última sesión de las jornadas sobre el tema 'Secuestros y toma de rehenes por parte de grupos terroristas: prevención y respuestas', organizadas por la Fundación Manuel Giménez Abad.

Javier Zarzalejos ha repasado, "con cierta memoria de experiencias personales", el caso de Blanco, "quien en 1997 fue secuestrado por dos terroristas de ETA cuando esperaba el tren para volver a su casa". Junto a este caso, sólo otros dos secuestros "estuvieron ligados a exigencias relacionadas con presos de la banda terrorista".

"La pasión de Miguel Ángel Blanco podría haber sido una de esas líneas rojas que muchos creían que la banda no llegaría a traspasar y que si se sobrepasaba la sociedad vasca la iba a deglutir cargándola simplemente a la cuenta del terrorismo", ha asegurado el exsecretario de Presidencia.

Zarzalejos ha asegurado que "la banda quedó superada por la intensidad simbólica de lo que se vio como un crimen, no como una acción. La atrocidad y la venganza se integraban en un profundo simbolismo. ETA se hizo precursora de los asesinatos de rehenes con cierto sadismo que luego hemos visto en Al Qaeda en Afganistán o Iraq".

"El secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco fue singularmente positivo en cuanto a la reacción que desató en la sociedad y en los medios de comunicación, sobre todo por humanizar a la víctima. Sabemos que la violencia sobre las personas radica en la deshumanización de la víctima", ha dicho el exsecretario de Presidencia.

Sin embargo, "en el caso de 1997 fue el camino al revés, se transformó en la máxima humanización de la víctima, en una intimidad colectiva: conocimos a la novia, al párroco que lo había bautizado, al pueblo de Ermua, a una familia decente, humilde y honrada. Se viera como se viera, era un crimen. La sociedad española vio con una claridad pasmosa de qué iba todo aquello: pura y simple escenificación de un asesinato", ha afirmado Zarzalejos.

"Este era un acto de terrorismo absoluto y culminó un proceso de maduración de la contemplación del terrorismo que había entrado en el terreno del compromiso moral y cívico con los ciudadanos amenazados o agredidos", ha valorado el ponente.

"La sociedad fue consciente de su peso y fuerza cuando se da cuenta de una amenaza terrorista y se actúa de forma conjunta contra ella", ha concluido Zarzalejos.

Por otra parte, el profesor Francisco Llera, de la Universidad del País Vasco (UPV), ha desarrollado la ponencia 'La sociedad española ante los secuestros' y ha recordado las tres décadas de secuestros cometidos por ETA en España.

"Entre los años 70 y 1997, se cometieron 81 secuestros con resultados distintos en un contexto donde solo son una pequeña parte de la acción violenta de los terroristas", ha explicado Llera, que ha detallado que "el más corto fue el primero, la retención una noche de un director de banco, mientras que el más largo fueron los 532 días del funcionario Ortega Lara".

El ponente ha repasado en su intervención las distintas etapas del terrorismo de ETA; su entramado; la duración, autoría y lugar de los secuestros; así como el perfil de secuestradores y secuestrados, porque, como ha indicado Llera, "la víctima es el mensaje del terrorista".

Pero, sobre todo, el profesor de la UPV se ha centrado en la reacción de la sociedad vasca, la más afectada, porque "sólo el 10 por ciento de los secuestros se han dado fuera de País Vasco y Navarra".

"Hubo una reacción nula o escasamente limitada por parte de la sociedad en el 73 por ciento de los casos, sobre todo por la escasa duración de muchos. Sólo reaccionaron los trabajadores afectados en un seis por ciento de los secuestros. Y el conjunto de la sociedad reaccionó en el 21 por ciento de los casos, sobre todo a partir de los años 80", ha apuntado Llera.

"El lazo azul, símbolo unitario contra ETA, les molestaba a los simpatizantes de los terroristas especialmente, porque sabían que les hacía un daño tremendo", ha recordado el profesor de la UPV, quien también ha especificado que la ambigüedad de la sociedad ante ETA comenzó a disiparse en 1981 por una serie de acontecimientos, y ha repasado la utilización del miedo.

Llera ha concluido opinando que "cincuenta años de terrorismo han creado una subcultura de la violencia que es lo más importante que nos va a tocar atajar en este momento. Desnazificar no va a ser cosa fácil y nos va a llevar tiempo".

COLOMBIA

Por último, el general Humberto Guatibonza, director del Grupo Antisecuestro y Extorsión de la Policía Nacional de Colombia, ha hablado de 'El cautiverio y la liberación de los secuestrados en Colombia' para exponer en estas jornadas la experiencia acumulada en su país ante los secuestros.

"Hay que negociar", ha advertido Guatibonza, "porque un secuestro es algo preparado y se pretende recuperar la inversión realizada. Para los secuestradores es un negocio, básicamente. Lo que tiene valor es la vida de la persona, y hay que mantener las perspectivas del secuestrador para que no la elimine".

El general colombiano, quien ha mostrado su alegría por el cese de la violencia armada de ETA, ha recordado algunos de los casos a los que se han enfrentado últimamente en su país, que en 2009 sufrió más de 3.500 secuestros, una decena al día.

Humberto Guatibonza ha explicado el trabajo más pegado a los procesos de negociación, como son la búsqueda y recopilación de los detalles, la importancia vital de las primeras horas de un secuestro, el papel de las nuevas tecnologías, las maneras que tienen los secuestradores para conseguir información o los grupos de delincuentes que ejecutan este tipo de actos.

En los últimos años, Colombia ha apostado por la especialización de sus cuerpos de seguridad en secuestros y extorsión, con jueces y fiscales específicos, "lo que ha logrado una reducción del 92 por ciento los casos, y vamos a seguir avanzando", ha considerado el general colombiano.

Si bien, Guatibonza ha recordado que el país se ha enfrentado en los últimos años a 15.1081 secuestros cometidos por grupos terroristas, sobre todo por las FARC, porque ven en la droga y en los secuestros sus fuentes de financiación.