Los datos biométricos eran una petición de los servicios de inteligencia de EE.UU.

AGENCIA EFE 01/12/2010 00:58

El portavoz, Philip Crowley, explicó en su rueda de prensa diaria que las instrucciones a los diplomáticos para que recopilaran información sensible como datos biométricos, huellas dactilares, fotografías, escáneres del iris y ADN de políticos extranjeros contenidas en cables clasificados revelados por Wikileaks "procedían desde fuera del Departamento de Estado".

Indicó que cualquier documento que sale del Departamento de Estado incluye el nombre de la titular de la diplomacia estadounidense, porque ella es la responsable, pero Hillary Clinton "no fue la autora de este particular documento y el contenido de este procedía de fuera del Departamento de Estado".

Señaló que hay entidades dentro del Gobierno que tienen ciertas responsabilidades y que una de ellas es suministrar a las diferentes agencias gubernamentales "una lista" de sus necesidades y de lo que les podría ayudar en su trabajo.

Pero eso no significa, recalcó, que los diplomáticos sean agentes de los servicios de inteligencia.

"Nuestros diplomáticos son diplomáticos. No son activos de inteligencia", afirmó.

No obstante, dijo que los diplomáticos "pueden recopilar información" y si "recogen información que puede ser útil la intercambiamos en el Gobierno".

"Un único particular cable no hace de un diplomático un activo de inteligencia", enfatizó.

Entre los 250.000 cables publicados por Wikileaks, figura información que revela que el Gobierno estadounidense dio instrucciones a sus diplomáticos para que espiaran a políticos extranjeros y altos funcionarios de la ONU, entre ellos el secretario general de ese organismo, Ban Ki-moon.

Pidió a su personal en el extranjero que recopilara información como las tarjetas de crédito, horarios de trabajo y en algunos casos hasta datos biométricos.

Según la información que han publicado varios medios que han tenido acceso a la filtración, EE.UU. quería tener casi una ficha policial de las actividades que desarrollaban algunos políticos y altos funcionarios.

El espionaje que se pidió a los empleados de las embajadas y misiones abarca desde las gestiones y apariencia física de los diplomáticos iraníes y norcoreanos en Nueva York, hasta los planes e intenciones del secretario general de la ONU.

Del surcoreano Ban Ki-moon se solicitó información biométrica detallada, al igual que de otros altos representantes de la organización.