La Cámara Baja checa respalda el Tratado de Lisboa pero aún quedan escollos

EFE 18/02/2009 10:50

El Tratado de Reforma de las instituciones comunitarias de la UE, con adeptos a lo largo de todo el espectro parlamentario excepto el Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSCM), logró reunir 125 votos, sobre un total de 200 escaños.

Consiguió así, después de cuatro sesiones extraordinarias de la asamblea, superar la mayoría cualificada de 120 escaños, o tres quintos, necesaria para aprobar el texto de rango constitucional.

El texto fue apoyado por las gobernantes Unión Democristiana (KDU-CSL) y el Partido Verde (SZ), así como por el opositor Partido Socialdemócrata (CSSD).

La oposición comunista fue desde el principio partidaria de convocar un referendo popular.

Contra el documento se elevaron 61 manos, correspondientes a los diputados comunistas y la mitad de los legisladores del gobernante Partido Democrático Ciudadano (ODS).

La formación conservadora liderada por el primer ministro, Mirek Topolanek, afronta ahora un momento crítico, ya que varios de sus miembros anunciaron que abandonarían la ODS en el caso de que se ratificara el documento.

El mismo Topolanek reconoció la víspera que votaría a favor del Tratado "con reservas", y "más con la cabeza que con el corazón", añadiendo después que no se trataba de algo prioritario para él.

"La aprobación del Tratado de Lisboa por una clara mayoría de la asamblea de diputados es un nuevo paso significativo para profundizar en la integración europea", indicó tras la votación el ministro de Asuntos Exteriores, Karel Schwarzenberg.

"Se trata de un paso en la dirección de fortalecer la capacidad de acción y unidad de Europa, y por este motivo le doy la bienvenida. La crisis de los últimos tiempos nos muestra lo importante que es hablar unidos con una sola voz", añadió.

Pero son aún varias las condiciones impuestas por los líderes conservadores checos, a la cabeza del Ejecutivo de coalición y de la jefatura del Estado, antes de que el país centroeuropeo estampe definitivamente su firma bajo el tratado.

Entre ellas figura una modificación del reglamento parlamentario que impida al Gobierno delegar competencias a Bruselas sin contar con los legisladores.

Por otro lado, no se descarta que una fracción de ODS en el Senado vuelva a impugnar nuevos pasajes del texto comunitario en el Tribunal Constitucional, como ya hiciera el año pasado.

La Cámara Alta tiene previsto volver a tramitar en abril el documento, pero dado el mayor peso de los conservadores aquí la mayoría cualificada a favor del Tratado será más difícil que en la asamblea de diputados.

El presidente del país, el controvertido euroescéptico Vaclav Klaus, ha indicado también que no firmaría el texto antes de que Irlanda celebre un segundo referendo sobre el Tratado.

Durante el encendido debate que precedió a la votación de hoy, se llamó con frecuencia la atención sobre la formación de un "superestado federal" y el excesivo margen de maniobra otorgado a Bruselas, a tenor de la "cláusula de flexibilidad" sobre transmisión de competencias contenida en el tratado.

Otros han aludido a los riesgos de reivindicación de antiguas propiedades por parte de los checo-alemanes de los Sudetes, expulsados de Checoslovaquia tras la Segunda Guerra Mundial, algo sobre lo que también ha advertido el presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering.

Pero la buena imagen del Gobierno praguense, según los últimos sondeos de opinión, ha contribuido a ganar adeptos en favor de la ratificación entre los checos, un pueblo tradicionalmente euroescéptico, y donde ahora más del 60 por ciento de los encuestados se muestra favorable.