Desde las alturas del monte Gurugú, se divisa la meta, la ciudad de Melilla. Pero las condiciones de vida, mientras aguardan su momento son precarias. Cientos de inmigrantes subsisten con muy poca comida, la que de vez en cuando les da alguna ONG y combaten, apenas sin ropa, el frío en un monte en el que a partir de septiembre se hace insoportable.