Hugo Martínez Abarca, politólogo: “Los valores que impone la monarquía son los peores de la historia de España”

  • "Si Casa Real llamase a Pablo Casado para que dejara de decir sandeces, en el PP no las dirían"

  • "La Corona ha dirigido la política exterior, la política de defensa,... cuando la monarquía se ha corrompido ha generado una corrupción partitocrática"

  • "No se trata de que la monarquía en abstracto sea un lastre para las democracias, que no lo es. El problema es que en España sí ha jugado ese papel de lastre democrático"

Hugo Martínez Abarca (Madrid, 1976) es un estudioso compulsivo. Licenciado en Filosofía y en Ciencias Políticas ahora estudia derecho. Antes ha analizado la historia más reciente de España y cómo la monarquía se ha configurado en institución esencial desde la transición. Muy crítico con ella desde su escaño en la asamblea de Madrid como diputado de Más Madrid, ahora publica La Alternativa Republicana (Catarata, 176 págs), donde recorre la resignificación del mito de la Transición durante la década de los 90 y los gobiernos de Aznar y cómo la monarquía se ha escorado a la derecha según su interpretación.

Pregunta: Hasta ahora la república siempre ha sido una reivindicación de la izquierda de la que ha huido la derecha

Respuesta: Yo tengo claro que ahora mismo el republicanismo es de izquierdas. No hay un republicanismo relevante en la derecha. Hasta ahora la monarquía había conseguido que la única forma de ser no monárquico fuera en los márgenes del espectro político, pero ahora mismo ya no es así. Hay un espacio virgen, en medio. La monarquía se ha escorado a la derecha, pero la izquierda todavía no ha hecho el peregrinaje para que pueda ser republicano cualquiera que no sea monárquico. Y es verdad que ahora mismo está ubicada actualmente en la izquierda y es un reto que tiene la izquierda para desprenderse de la república como rehén. En ese sentido me dirijo a la izquierda porque es la izquierda la que tiene que soltar la república y no usarla para la izquierda sino usarla para el país.

P: Tras la Guerra Civil la izquierda se quedó con larRepública y la derecha con la bandera y el patriotismo. Así es complicado que alguien quiera defender el argumento de los perdedores

R: El franquismo se definió como reino sin rey es una cosa maravillosa y sin sentido. Para los monárquicos franquistas casi lo de menos era el rey y lo que importaba era la corte. Y surge esa corte de empresarios y políticos que estaban sirviéndose del estado a costa los españoles y ni siquiera hace falta un rey. Y sin embargo, el problema para los españoles no era tanto el régimen como desplazar a la corte, que es lo que lleva lastrando a los españoles desde hace dos siglos.

La monarquía se ha escorado a la derecha, pero la izquierda todavía no ha hecho el peregrinaje para que pueda ser republicano cualquiera que no sea monárquico

P: ¿Por qué es preferible una república a una monarquía?

R: En abstracto es mejor elegir a los cargos políticos. Ahora bien es compatible una monarquía con una democracia. De hecho, este es el argumento para defender la monarquía que nos dicen muchas veces. “Las democracias más avanzadas son monárquicas” y te pongo un ejemplo los países escandinavos. Pero en esos países, las monarquías no juegan contra la democracia. Las monarquías escandinavas no están generando valores reaccionarios y no se las conoce por sus valores conservadores, homófobos hiperreligiosos ni tampoco han protagonizado grandes casos de corrupción. En cambio en España, la monarquía nunca ha sido el motor de la democracia. Siempre han jugado en contra de la democracia y ha sido el pilar de una corte corrupta y muy antigua, muy ligada al catolicismo, la tauromaquia… cuestiones simbólicas pero significativas. No se trata de que la monarquía en abstracto sea un lastre para las democracias, que no lo es. El problema es que en España sí ha jugado ese papel de lastre democrático. Por eso las derechas que en estos últimos años además se han radicalizado, han identificado su proyecto con la monarquía. El discurso de Pablo Casado de “cuando vas a un hospital público dices viva el rey” o el de Santiago Abascal en Vistalegre donde se identifica mucho con la monarquía son una excepción porque en otros países no ocurren. En Reino Unido no existe un debate entre derechas e izquierdas sobre la monarquía hasta que tiene un perfil, como mínimo tibio, con el racismo. En España siempre hemos tenido una monarquía escorada a la derecha y más en los últimos años con Felipe VI.

Juan Carlos fue mucho más listo y tuvo guiños con sus críticos. Hizo mucho más guiños a la izquierda que Felipe que sólo hace guiños a la derecha

P: Señalas que la sacralización de la Transición como eje fundamental de la España moderna se produce en la crisis de los 90. El PSOE la usa para señalar los consensos que fomentaron la modernización del país y el PP para señalar que no estará completa hasta que la derecha vuelva al poder y no seamos como México con el PRI. ¿Ese mito contribuyó más a engrandecer a la monarquía que el 23F?

R: Lo que empieza en los 90 es que el relato de que solo la democracia que tenemos es la única posible en España. Y en esa democracia es el fruto de la Transición/Monarquía. Es bastante relevante y lo cito en el libro el editorial que hace El País al día siguiente del golpe de estado. El periódico, que era muy crítico con la transición, sitúa a Juan Carlos como héroe salvador de la democracia. Y ese papel se prolonga en el tiempo. La cuestión es si hay democracia posible en España sin Juan Carlos. A lo mejor en el 81 no, pero en los 90 desde luego que sí. Incluso ahora, creo que es muy difícil que haya un sistema de democracia estable con una unidad nacional no muy cuestionada con la monarquía. Pero en los 90, lo que se dice es que la única democracia posible como vimos en el 23F y en el 78 en el 75 es la que encarna Juan Carlos I. Y esa democracia se llama Transición y se hace con consenso y sin discutir grandes cosas. Así se cristaliza en el documental de Victoria Prego y ahí entra el gobierno de Aznar donde se dice que la transición es un país de derechas nacionalista español que no solo no se abraza con los comunistas, que eran los malos en el 75, sino que ilegaliza a los malos y vamos hacia un régimen cada vez más estrecho. Coge la misma bandera y la va escorando cada vez más a la derecha. Eso es lo que hace a la transición y a la monarquía cada vez más débil. Lo que no ha habido es la parte simétrica y que la alternativa democrática se fuera ensanchando. Lo hace la que no menciona a la república, como el 15M. Ahí se genera una imagen del nuevo país que sin apelar a la derecha o a la izquierda permite a toda persona del siglo XXI sentirse cómoda. Pero el referente institucional de ese imaginario que hubiera podido ser es la república. Y creo que puede serlo cuando queramos cambiar el país, aunque todavía no se ha hecho ese viraje para ocupar el terreno que va dejando el hueco de la monarquía y la transición.

No se trata de conseguir que la Segunda república triunfe 80 años después. Lo que hay que buscar es un proyecto modernizador de España que sí puede ser representado por la república

P: Dices que entre consenso y crispación, lo propio de la Democracia es lo segundo. En ese caso España cada vez es más campeona de la democracia

R: En algunos casos la crispación es lo natural. En España ha habido cuatro momentos de gran crispación: el final de Felipe González, el final de Aznar, el principio de Zapatero y esta época actual. De esas cuatro, en las dos primeras la crispación era muy natural. En la etapa de González, cada semana salió a un caso de corrupción de las mayores instancias del Estado: Guardia Civil, BOE, Banco de España, incluso crímenes de estado como los GAL. En la época de Aznar, el gobierno se lanzó a una guerra contra el 92% de la opinión de su país. En ese escenario, en una democracia es normal que haya crispación. No hay crispación cuando no hay opinión crítica y cuando no hay grandes conflictos políticos. El conflicto político es bueno. La clave es que la democracia canaliza ese conflicto. Lo que nos vendieron como como la bondad de la transición es que haya consenso. El consenso está bien y es mejor consenso que disenso, ahora bien, es preferible canalizar el disenso antes que imponer el consenso. Se puede negociar para llegar a un consenso y es un buen método de resolución de conflictos. Pero que haya conflicto en las democracias es natural. Se pueden resolver esos conflictos de forma autoritaria como en las dictaduras o de forma democrática. En España se empleó ese recurso al consenso en los 90 para apelar a la transición y para señalar que nuestros padres arreglaron el país sin mirar demasiado los problemillas. Y no se trata de decir que estuvo todo mal en la transición, pero no nos pueden decir que una sociedad es más democrática si no fiscaliza a los poderes en aras al consenso. Como si fiscalizar a los poderes trajera crispación y eso desembocase en una guerra civil. Eso no democrático.

La monarquía fue lista en el relevo de Juan Carlos y lo convirtió todo en una transición moral sin oposición

P: Durante la abdicación de Juan Carlos I se planteó tímidamente la posibilidad de un referéndum republicano

R: Creo que hay un cuestionamiento más radical de lo que hemos llamado la cultura de la transición y el régimen de la transición. Lo que pasa es que solo hubo una respuesta a los partidos de la transición, con el surgimiento de Podemos, pero no hubo una respuesta al régimen de la transición. Podemos llegar las elecciones europeas de 2014 un par de semanas antes de la abdicación de Juan Carlos. Ahí Podemos es un terremoto capitaneado por gente con una lucidez extraordinaria y desde fuera parecía que si Podemos, que además encarnaba la voz del 15M, no estaba respondiendo a la crisis de la monarquía era porque no tocaba. Yo creo que en realidad fue un terremoto también para los propios dirigentes de Podemos y que en ese momento Podemos no tenía capacidad para abordar primero sus emergencias de pasar de la nada a ser un actor que empiezan a liderar las encuestas en España. Ahí fue la monarquía fue lista y el relevo de Juan Carlos fue algo hábil porque se produce en un momento en el que no cabía una respuesta más eficaz que convertirlo todo en una transición moral que cubriera el déficit de apoyo popular.

P: La Monarquía siempre ha resultado la institución mejor valorada cuando en las encuestas del CIS, ¿se debe sólo al pacto de silencio mediático sobre la Casa Real o a la gestión de JC de no tomar partido político por ninguna cuestión?

R: La crisis de la monarquía es una cristalización de la crisis del régimen. No se debe a que Juan Carlos o Felipe hayan hecho cosas distintas. Sino porque un régimen que está en crisis cuestiona en su máximo exponente que es la monarquía y no es solo simbólico sino real. La Corona ha dirigido la política exterior, la política de defensa, cuando la monarquía se ha corrompido ha generado una corrupción partitocrática… Y como decía antes solo ha faltado una respuesta a esa crisis institucional. Podemos solo ha cuestionado la monarquía cuando se ha escorado a la izquierda en los últimos años. Y no puedes cuestionar solo una parte del tablero, y tienes que cuestionar el tablero entero. Si lo haces solo podrás gestionar una parte del tablero. No puedes romper la baraja manteniendo a los reyes. Eso es imposible en la España actual. Por eso, a medida que el régimen de la transición ha entrado en crisis, la propia monarquía se ha atrincherado. El régimen de la transición lleva 10 años en crisis y por eso la monarquía se ha escorado a la derecha en una formación de repliegue.

P: ¿Hay diferencias entre el reinado de Juan Carlos I y lo que hemos visto de Felipe VI en estos primeros años?

R: Juan Carlos fue mucho más listo y tuvo guiños con sus críticos. Hizo mucho más guiños a la izquierda que Felipe que sólo hace guiños a la derecha.

P: En el libro señalas que la corrupción que ha afectado a la Casa Real ha legitimado los comportamientos de muchos dirigentes corruptos, ¿Realmente el problema de corrupción endémica del país nace en la permisividad de la corrupción de la casa real?

R: Es muy difícil trazar un adn de la corrupción en España, pero sí hay algunos datos. El régimen del 78 comienza con la UCD en el gobierno y es un partido que se financia con dinero que el rey Juan Carlos pide al Sha de Persia. Después, desde el principio la crisis del petróleo hay unas conversaciones publicadas por Jesús Cacho, que no es el mayor bolchevique de los periodistas, que cuenta cómo Juan Carlos impone que se importe el petróleo de Arabia Saudí para que él cobre una comisión aunque España compre el petróleo más caro. A partir de ahí, sí creo que se genera una cultura de cómo se hace política en España en la que se convierten las acciones de la monarquía en neutrales. Entonces si el rey es católico y taurino y corrupto, entonces lo normal es ser católico, taurino y corrupto y anormal ser ecologista laíco y defender un estado transparente e inclusivo. Hay una conversación que cuentan periodistas de cuando Felipe, entonces príncipe, y Juan Carlos llaman a Urdangarin por los primeros casos que empiezan a salir y él dice “Yo he hecho, lo que hacéis todos”. Por eso, los partidos políticos hacen lo que veían hacer. Si la propia casa real está condicionando los negocios y las actividades que hace el estado para que se sometan a sus intereses privados, ¿cómo no lo van a hacer los partidos políticos que tienen legitimidad democrática? Esto no solo ocurre con la corrupción sino con todos los valores que transmite la casa real que son los peores de la historia de España y los que impidieron hacer una revolución liberal en el siglo XIX y que España se sitúe ahora en la vanguardia de ser una nación moderna del siglo XXI.

Nos falta que la república sí represente la modernización de España.

P: Las dos repúblicas vinieron porque los reyes se metieron en política y perdieron su imagen de neutralidad, ¿Qué tendría que pasar para España volviera a ser una república? ¿Qué fallos tendría que cometer Felipe VI?

R: Yo creo que ya lo está haciendo. No sé muy bien cuáles son las razones por las que Felipe se ha entregado a ser un rey de la derecha. Si, el PP, Vox y los medios de la derecha hacen del rey una bandera, no lo hacen sin que Zarzuela lo consienta. Si Casa Real llamase a Pablo Casado y le dijera que dejara de decir sandeces, en el PP no las dirían. Yo creo que desde Zarzuela han hecho la apuesta de atrincherarse de momento. Buscan que la derecha respalde a la monarquía muy fuertemente y así de momento, me mantengo. Pero creo que eso ya no tiene vuelta atrás. Felipe VI ya no va a ser querido en Cataluña y mientras Cataluña no se independice, estamos hablando de siete millones de españoles y eso son muchos. Si a eso le sumamos los vascos, una buena parte de la izquierda, o al menos de la gente que quiere una España federal o al menos que no quieren el discurso de Abascal para defender la unidad de España, nos encontramos con un panorama complicado para Felipe. No creo que tenga que tenga muchas posibilidades de radicalizarse más porque ahora mismo el motor de politización más claro que genera la monarquía es la unidad de España y tiene difícil enfrentarse al gobierno. Pero es que reiteradamente está filtrando sus discrepancias como que el presidente no le cae bien o qué tal vicepresidente le cae muy mal.

P: ¿Crees entonces que la república es un buen instrumento de cambio en España?

R: Sí porque la monarquía no va a poder tener raíces populares y democráticas. La monarquía no va a poder representar la modernización de España en muchísimo tiempo. Y creo que con este Rey nunca.

P: ¿Qué le falta entonces al proyecto republicano para materializarse?

R: Nos falta que la república sí represente la modernización de España. Que la república sea una mirada hacia el futuro, hacia Europa, hacia el ecologismo, el feminismo… No se trata de conseguir que la Segunda república triunfe ochenta años después. Lo que hay que buscar es un proyecto modernizador de España que sí puede ser representado por la república.