La concejala de Territorio, Rebeca Torró, ha afirmado que se trata de un hallazgo "importante para el patrimonio histórico de la ciudad", a la vez que ha explicado que los técnicos municipales han constatado que el acceso se metía por debajo del patio del antiguo negocio conocido como la 'Fusteria Barberà', volviendo otra vez al talud sobre el río, a pesar de que este segundo acceso se encuentra totalmente lleno de tierras y escombros, por lo que actualmente no es accesible ni visible.
Desde el Departamento de Arqueología han informado que se trata del 'refugio de la Fusteria Barberà', del que se tenían diversas noticias y documentación, y que según los primeros datos, tiene un recorrido próximo a los 80 metros, con una anchura entre 1,60 y 1,70 metros y una altura de alrededor de dos metros, llegando en algún punto además de tres metros. En total, se estima la extensión en más de 120 metros cuadrados de planta, lo que habría permitido haber alojado, según los cálculos de la época, unas 360 personas "en casos extremos".
Las primeras observaciones han servido para comprobar que, excepto los dos accesos, con tierras y escombros, el resto de la galería se presenta bastante limpia, aunque hay algunos bloques caídos y tierra de la propia descomposición de techos y paredes.
Rebeca Torró ha indicado que los primeros informes hablan de que el aspecto es de "bastante consistencia" y, a diferencia del refugio del Regall u otros de Ontinyent, no parece tener problemas de acumulación de agua ni humedades significativas, "factores que, de confirmarse este buen estado aparente, nos abre la puerta a estudiar una posible adecuación para ser visitado, un extremo que todavía es pronto para confirmar, pero que será analizado convenientemente", avanzaba la concejala.