Los principales jefes de ETA continúan cumpliendo condena en prisiones lejos del País Vasco

Informativos Telecinco | Agencias 03/05/2018 16:43

Con la caída del colectivo 'Artapalo' en 1992, ETA se reorganizó en los años 90 situando en la dirección a etarras como Mikel Albizu, 'Mikel Antza', quien se hizo con el control tras la caída de Xabier García Gaztelu, 'Txapote', quien continúa encarcelado en Huelva por ser el responsable de rearmar a la banda tras la 'tregua trampa' de 1998.

'Mikel Antza' fue detenido en Francia en 2004 junto a su pareja, Soledad Iparragirre, 'Anboto'. Hoy continúan cumpliendo condena a 900 kilómetros del País Vasco, en la cárcel francesa de Reau Sud Francilien, junto a otros etarras auspiciados a la cúpula de la banda, aunque ya en evidente declive, como Mikel Carrera Sarobe 'Ata', detenido en 2010 y considerado el último 'jefe militar' de los terroristas.

La Justicia francesa impuso en diciembre de 2010 sendas penas de 20 años de cárcel para 'Mikel Antza' y 'Anboto', el primero considerado jefe político de ETA y la segunda responsable de las finanzas. La sentencia determinó que cumplieran al menos dos tercios de esas penas y que, una vez que salgan de la cárcel, fueran expulsados de forma definitiva de Francia.

El futuro judicial sigue siendo incierto para 'Mikel Antza', ya que la magistrada de la Audiencia Nacional Carmen Lamela acaba de concluir el sumario que incoó contra los jefes de la banda terrorista por crímenes de lesa humanidad y propone juzgarles dos años después del procesamiento de todos ellos por los asesinatos cometidos por la banda desde el año 2004.

Además de 'Antza', la Audiencia Nacional ha propuesto el procesamiento de otros antiguos jefes etarras como Mikel Karrera Sarobe 'Ata', Aitzol Iriondo Yarza 'Gurbitz', y Garikoitz Aspiazu 'Txeroki', todos ellos condenados y cumpliendo penas en cárceles francesas alejadas del País Vasco.

ETA ha difundido varios comunicados desde el pasado Domingo de Ramos coincidiendo con el Aberri Eguna. En el de este jueves, previo al acto de mañana organizado por diferentes plataformas en Kanbo (Francia), insiste en atribuirse la capacidad de desmantelar unas estructuras inoperativas en la práctica por la acción policial y de la Justicia. La propia organización terrorista así lo reconoció en julio de 2014.

El 90% de los presos no disponen de permisos

La banda terrorista deja detrás de sí más de 800 asesinados y elude pronunciarse en su último comunicado sobre la exigencia de que colabore en el esclarecimiento de más de 300 atentados sin autor conocido. En las cárceles quedan 280 presos dispersados entre España (225, con tan sólo cuatro en el País Vasco), Francia (53) y Portugal (1), el 90% de ellos en régimen cerrado sin acceso a permisos, según los datos del Ministerio del Interior y del colectivo Etxerat de familiares de presos etarras consultados por Europa Press.

Las operaciones policiales han permitido que la práctica totalidad de los jefes etarras que llegaron a formar parte de alguno de sus temidos aparatos o 'comandos' haya pasado varios lustros cumpliendo condena. Algunos incluso en ese tiempo se han arrepentido o han sido expulsados de ETA.

Fue lo que ocurrió con uno de los integrantes del colectivo 'Artapalo', la cúpula de ETA que cayó en Bidart en 1992 en un golpe policial que marcó un antes y un después en la lucha antiterrorista. De los tres jefes etarras, José Luis Álvarez Santacristina, 'Txelis', quedó en libertad tras arrepentirse de sus crímenes.

Francisco Múgica Garmendia, 'Pakito', considerado el máximo dirigente y el responsable directo de los comandos operativos en la etapa más sanguinaria de ETA, y José María Arregui Erostarbe, 'Fiti', continúan entre rejas. El primero en Zuera, a 300 kilómetros del País Vasco, renegó de la lucha armada y se posicionó a favor del fin del terrorismo, mientras que el segundo sigue fiel a la ortodoxia etarra desde la prisión de Villena (Alicante).

Antes de la operación de Bidart ya habían caído otros jefes etarras como Santiago Arrospide, 'Santi Potros'. De las juventudes del PNV pasó a la clandestinidad y de aquí a ser uno de los etarras más duros y crueles. Quedó en libertad en 2015 tras 27 años entre rejas, pero 46 días volvió a ser detenido y encarcelado por un atentado cometido en Barcelona en 1987 contra una patrulla de la Guardia Civil y por el intento de asesinato del fiscal general Luis Antonio Burón Barba en 1986.

La expulsión de suelo francés del fallecido jefe de ETA Txomin Iturbe le catapultó a la cima de la banda. 'Santi Potros' fue inductor de algunos de los crímenes más terribles, como el de Hipercor o el de República Dominicana. A los 70 años, se encuentra ya en la resta final de su condena. Fuentes penitenciarias han detallado a Europa Press que colabora en el centro penitenciario de Topa, en Salamanca, con la intención de adelantar su excarcelación.

A más de 800 kilómetros del País Vasco

En distintas cárceles francesas, todas a más de 800 kilómetros del País Vasco, se encuentran otros etarras como Luis Iruretagoyena, detenido en 2007 y considerado entonces el máximo experto en explosivos de ETA; un año después caería otro de los 'jefes militares', Garikoitz Aspiazu Rubina, 'Txeroki'.

Gorka Palacios, Iñaki Reta Frutos o Xabier Goienetxea Iragorri son otros de los etarras encarcelados, donde se encuentran también los dos terroristas responsables del comunicado del cese de la violencia de 2011, David Pla e Iratxe Sorzabal.

ETA siempre buscó, incluso cuando anunció el cese de los atentados en 2011, una salida conjunta para sus presos, un colectivo que en este tiempo ha incrementado su división y cansancio. Entre sus pequeños 'éxitos' sólo han conseguido la excarcelación de Josu Uribetxeberria Bolinaga en 2012 --falleció en 2015 víctima de un cáncer-- y la salida en bloque de decenas de veteranos tras el fallo de Estrasburgo que tumbó la doctrina Parot.

La pretensión de ser acercados al País Vasco no se ha materializado y el Gobierno de Mariano Rajoy ha defendido, tras el anuncio de disolución de ETA, que no habrá "jamás" contrapartidas. Francia ha dado algunos pasos por su cuenta, acercando a cárceles vascas a algunos terroristas, aunque con el compromiso de que no tengan delitos de sangre y hayan cumplido buena parte de su condena.