Japón es reincidente en atentados a políticos

  • Uno de los más recordados es el asesinato televisado del líder socialista, Inajiro Asanuma, por un adolescente con una espada samurái

  • El asesinato del ex primer ministro, Shizo Abe, no es un hecho aislado en la historia del país nipón

  • Su abuelo, máximo mandatario de la nación entre 1957 y 1960 sobrevivió estando en el cargo a seis puñaladas propinadas por un militante de extrema derecha

El asesinato del ex primer ministro japonés, Shizo Abe, ha conmocionado al mundo y ha dejado a Japón en estado de shock. No sólo por la magnitud del atentado y por las imágenes que se están publicando sobre el desgraciado evento, sino porque, además, ha sucedido en una de las naciones con los índices de ataques con armas de fuego más bajos. A pesar de ello, no se trata de un hecho aislado en la vasta historia del país nipón ya que se han producido otros episodios de ejecuciones o ataques a políticos imposibles de olvidar, incluido un intento de asesinato a su abuelo materno, Nobusuke Kishi, mientras era primer ministro en 1960. El asaltante, Taisuke Aramaki, le propinó seis puñaladas en el muslo sin que ninguna de ellas llegara a las arterias principales. Restaban pocos días para que finalizara su legislatura y el agresor, miembro de grupos de extrema derecha, fue condenado a tres años de prisión. Aramaki confesó que si no acabó con la vida de Kishi fue porque no quiso.   

Abe no ha corrido la misma suerte que su abuelo y este viernes 8 de julio de 2022 quedará sellado en la memoria colectiva de Japón junto a otro episodio con el que guarda ciertas similitudes: el apuñalamiento el 12 de octubre de 1960 del presidente del Partido Socialista, Inajiro Asanuma. 

Sucedió durante un debate político previo a las elecciones a la Cámara de Representantes que estaba siendo grabado por la televisión japonesa, NHK, para ser emitido en diferido. Un joven de 17 años de edad, Otoya Yamaguchi, ultranacionalista de derechas, salió corriendo desde la audiencia hasta el atril desde donde comparecía el político. Portaba una espada tradicional utilizada por samuráis (wakizashi) y apuñaló a Asanuma ante el estupor de los presentes. El adolescente fue reducido por los miembros de seguridad, pero ya era demasiado tarde. Las imágenes televisivas se emitieron ante millones de espectadores y el fotógrafo, Yasushi Nagao, ganó el Premio Pulitzer y el Premio Photo World Press of the Year en 1961 tras inmortalizar el momento en que Yamaguchi se disponía a propinar una segunda puñalada. Aquel atentado supuso el comienzo del fin del Partido Socialista japonés, el cual acabó desapareciendo en 1996. El autor del atentado trató de quitarse la vida en la escena del crimen y se ahorcó bajo custodia policial pocas semanas después de su acción. El joven tildó al candidato de “traidor al Imperio” y aseguró que pretendía asesinar a más “comunistas”. 

Atacantes mayoritariamente ultranacionalistas

Pasaron 30 años hasta que otro político fuera víctima del fanatismo ultranacionalista. El alcalde de Nagasaki, Hitoshi Motoshima, recibió un disparo a bocajarro en el pecho que le dejó gravemente herido a la salida del Ayuntamiento. Sucedió en enero de 1990, cuando un hombre de 40 años de edad y miembro de un grupo de derechas confesó el asesinato: “Yo disparé al alcalde Motoshima”, señaló antes de ser detenido, tal y como publicó The New York Times en la fecha. Un año antes, el político se ganó muchos enemigos y fue objeto de múltiples amenazas al declarar que el emperador Hirohito tenía cierta responsabilidad en la Segunda Guerra Mundial. Tan solo 10 meses después, el exministro de Trabajo, Hyosuke Niwa, perdió la vida tras ser apuñalado por un hombre con inestabilidad mental mientras se dirigía a una ceremonia militar en la base de Moriyama en Nagoya. El parlamentario fue miembro del Ejecutivo del ex primer ministro, Noboru Takeshita, entre 1988 y 1989, y representaba al mismo grupo político de Abe, el Partido Liberal Democrático (PLD). Falleció tras pasar 12 días en coma y por un error médico durante una transfusión de sangre.  

Otro dirigente del PLD, su vicepresidente en 1992, Makoto Kanemaru, sobrevivió a un intento de asesinato durante un mitin en plena campaña electoral en la ciudad de Ashikaga el 20 de marzo de aquel año. En 1994, un extremista de derechas trató de atacar al entonces primer ministro, Morihiro Hosokawa, en un hotel de Tokyo. Salió ileso. En 1996, Yoshiro Yanagawa, el alcalde de la pequeña ciudad de Mitake, fue atacado en su casa y herido de gravedad tras recibir una paliza. Las investigaciones apuntaron al crimen organizado. En octubre de 2002, otro miembro del PDJ, Koki Ishii, fue apuñalado frente a su casa por el integrante de un grupo de derechas. El parlamentario dejó de tener un perfil bajo cuando comenzó a denunciar la corrupción de algunos políticos y sus vínculos con actividades ilícitas en distintos sectores. El por entonces primer ministro, Junichiro Koizumi, llegó incluso a especular con la posibilidad de que el asesinato fue motivado por asuntos políticos. La casa y la oficina de Kato Koichi, representante también del PLD, ardieron en agosto de 2006 justo en el 61 aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial. El sospechoso de provocar el ataque era miembro de un grupo de extrema derecha.

Hasta el atentado a Abe, el último asesinato a un político había sucedido en abril de 2007. Kazunaga Ito era alcalde de Nagasaki y fue tiroteado por la espalda mientras hacía campaña para ser elegido por cuarto mandato. Su atacante, Tetsuya Shiroo, miembro de los yakuza, le disparó a quemarropa acabando con su vida en otro episodio que evidencia que, aunque Japón sea uno de los países con menor criminalidad, es uno en los que más atentados a políticos han sufrido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.