Piden la absolución de Demjanjuk para que no pague por crímenes de alemanes

AGENCIA EFE 11/05/2011 14:24

"El mas pequeño debe purgar por los crímenes de sus jefes al final de su vida, 70 años después de los hechos. El extranjero debe pagar al final de su vida por los crímenes de los alemanes", dijo su abogado Ulrich Busch en la quinta y última jornada de su alegato ante la Audiencia de Múnich, al sur de Alemania.

Busch afirmó que su cliente "no sobrevivirá" a una condena por parte del tribunal, ante el que la fiscalía y la acusación particular, que representa los intereses de supervivientes y familiares del campo de exterminio nazi de Sobibor, en la Polonia ocupada, exigen que sea castigado con una pena de cárcel.

A punto de cumplirse dos años desde que el 12 de mayo de 2009 fuera entregado por EEUU a la justicia alemana, Demjanjuk compareció de nuevo ante la Audiencia de Múnich tal como lo ha venido haciendo a lo largo de todo el proceso: postrado en su silla de ruedas, con la cabeza cubierta con una gorra, gafas oscuras y en silencio.

La acusación le imputa complicidad en el asesinato de los 27.900 judíos que se estima murieron en Sobibor en los seis meses en los que Demjanjuk sirvió como "Trawniki", como se llamaba a los guardas voluntarios ucranianos de los campos nazis.

La fiscalía, como la acusación particular, se basa en la hoja de servicios con el número 1393, según la cual Iwan Demjanjuk -su nombre de pila, que cambió por John tras emigrar a EEUU- fue uno de los 120 "Trawniki" de Sobibor, donde sirvió entre marzo y septiembre de 1943, año en que se desmanteló el campo.

Busch sostiene que la hoja de servicios es falsa, amparándose en que un informe de la Oficina Federal de Investigación estadounidense (FBI) de 1985 cuestionaba su autenticidad, y recuerda que a lo largo del año y medio de proceso -abierto el 30 de noviembre de 2009- no se ha presentado un solo testigo que pudiera identificarlo como uno de los temibles "Trawniki" del campo.

La falta de testimonios se explica no sólo por los más de 65 años transcurridos desde los hechos o la avanzada edad de Demjanjuk y sus teóricos acusadores, sino también por el hecho de que Sobibor fue construido para asesinar a los judíos a los que se deportaba ahí.

En todo el juicio, la acusación pudo presentar apenas a dos supervivientes, que escaparon en una huida masiva de presos de Sobibor, pero ambos admitieron no poder identificarlo físicamente.

Los representantes de la acusación particular -en su mayoría, familiares de judíos holandeses deportados y muertos en Sobibor- han asistido así a un largo proceso, en que el acusado no ha hecho declaración alguna y sólo se ha comunicado a través de su intérprete al ucraniano para expresar sus quejas físicas o cansancio.

El proceso ha estado marcado por frecuentes interrupciones, a petición de la defensa, por el estado de salud del nonagenario, así como repetidas peticiones de material supuestamente exculpatorio o alegatos hablando de conspiración o juicio político.

La petición de la fiscalía es de seis años de cárcel, puesto que a lo sumo se le puede imputar complicidad en asesinato, al no haber pruebas de participación directa en ninguna muerte en concreto.

El juicio a Demjanjuk -nacido en Ucrania en 1920, reclutado por el ejército soviético y capturado en 1942 por los nazis- se perfilaba desde su inicio como de final incierto, además de tortuoso tanto para él como para la parte acusadora.

El procesado llegó a Múnich en mayo de 2009, tras un largo forcejeo con las autoridades de EEUU para evitar su entrega.

Ese mismo día ingresó en prisión preventiva y ahí ha seguido, con visitas periódicas de sus familiares y un máximo de dos vistas por semana -de no más de 90 minutos cada una, a petición de la defensa- en atención a su estado físico y edad.

Se trata de su segundo gran proceso en el extranjero, tras el que se le abrió en Israel como el presunto "Iván el Terrible" de Treblinka, por el que fue condenado a morir en la horca en 1988.

Tras cinco años en el corredor de la muerte se revocó la condena, al identificarse como ese "Iván el Terrible" a otro ucraniano, Iván Marchenko, con lo que regresó a EEUU, país al que había llegado en los años 50 como ex preso de los nazis.