Hasta hace muy poco era casi imposible conseguir visado para entrar en Corea como periodista. Nosotros hemos viajado invitados por el Gobierno a Pyongyang. Los guías no se separan de nosotros desde que aterrizamos. Quieren lanzar un mensaje de transparencia y por eso han invitado por primera vez a decenas de periodistas extranjeros desde la muerte de Kim Jong Il. Nos prometen que se podrá gabar todo.