Las batallas de Boris Johnson

  • El Primer Ministro británico arranca el curso escolar con una caída de su popularidad por la gestión de la crisis del coronavirus

  • La octava ronda de negociaciones del Brexit arranca este martes sin acuerdo a la vista, a menos de cuatro meses del fin del periodo de transición

  • Se enfrenta al reto de reactivar la economía mientras la mayoría de los ciudadanos no está dispuesto a volver a las oficinas

Boris Johnson no ha pasado el mejor verano de su vida. Y el otoño y el invierno prometen ser peores. A pesar de haber cambiado de aires este agosto en Escocia con su pareja, Carrie Symonds, y su hijo Wilfred, de 4 meses, los nubarrones le han acompañado durante las vacaciones. Y ahora acechan el número 10 de Downing Street, donde su maquinaria publicitaria intenta contrarrestar una bajada del índice de popularidad.

Cuando impuso el confinamiento a finales de marzo lideraba con holgura las encuestas. Los conservadores sacaban en aquel momento 23 puntos de ventaja a los laboristas. Ahora, el líder que sustituyó a Jeremy Corbyn en abril -Keir Starmer- ha recortado distancias hasta pisar los talones a Johnson, que suspende en la última encuesta de YouGov: un 54 % opina que el Primer Ministro lo ha hecho mal, un 39 % bien, y un 7 % no sabe o no contesta.

Además, el veredicto del semanario británico The Economist es contundente: “La competencia importa y Johnson no la tiene”. Y aunque mantiene una buena masa de fans, su Gobierno se ha ganado una “peligrosa reputación de incompetencia”.

En estas circunstancias ¿a qué retos se enfrenta estos próximos meses?

Gestión de la crisis sanitaria

El sistema de rastreo ha sido una de las grandes promesas de este Gobierno, pero a día de hoy sigue sin funcionar como se esperaba y eso ha generado una gran desconfianza entre los ciudadanos.

Según los últimos datos de este domingo 6 de septiembre, se han registrado 2.988 casos nuevos (frente a los 1.813 del sábado) y 2 fallecidos (12 el día anterior). El número total de muertos asciende a 41.551.

El índice de contagio se encuentra entre el 0.9 y el 1.1, según los asesores del Ejecutivo, que han detectado que está creciendo. De todas formas, ni siquiera esta cifra es del todo fiable. Y aunque otra de las promesas es llevar a cabo más pruebas, lo cierto es que se hacen muchas menos que en España, y en muchos casos son tests rápidos que se envían por correo postal y hace uno mismo en casa, por lo que su fiabilidad es dudosa.

La presión sobre el Gobierno -especialmente del sector de la aviación- para que introduzca tests en los aeropuertos como hacen otros muchos países continúa, pero el Ejecutivo no cree en este sistema. Según Johnson “un test a la llegada solo identificaría un 7% de los casos” y proporcionaría una “falsa sensación de seguridad”. Para él lo más efectivo es mantener la cuarentena de 14 días para quien llegue de países como España.

El Gobierno tiene muchas esperanzas puestas en las vacunas que están desarrollando el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford y el Imperial College de Londres. Boris Johnson espera poder sacar partido del éxito que supondría que la primera vacuna saliese de un laboratorio de este país.

Reticencia a volver a las oficinas

El Ejecutivo había planeado que la primera semana de septiembre viésemos una vuelta masiva a las oficinas y así reactivar la economía. Incluso se llegó a filtrar que tenía preparada una campaña para animar a los trabajadores, algo que ahora niega tras la reacción negativa a dicha noticia.

En este momento es difícil saber cuándo las estaciones de tren o de metro volverán a recuperar la vida de antaño; algunos empleados han vuelto a los centros de las ciudades del país, pero la mayoría de empresas no tiene intención de pedir a su personal que deje de trabajar desde casa al menos hasta finales de año.

Esto preocupa al Gobierno porque muchos negocios (tiendas, cafeterías y restaurantes) viven del negocio que genera la actividad de oficinas de rincones de Londres como Bank (el corazón del centro financiero), Canary Wharf o Victoria.

El Ejecutivo se ha marcado otro objetivo: que un 80 % de los funcionarios de los distintos ministerios vuelva a sus puestos de trabajo en Westminster, al menos una vez a la semana, a finales de este mes. Los sindicatos se oponen.

Economía en jaque y miedo a una tasa récord de paro

Boris Johnson se enfrenta también al reto de incentivar la economía del país en un momento en el que, según el Profesor de la Escuela de Negocios de Birmingham, David Bailey, está a la cola del crecimiento en Europa.

Además, el Reino Unido se encuentra en recesión por primera vez en 11 años y algunos apuntan que el paro podría alcanzar los 3 millones de personas. La última vez que se llegó a esa cifra fue durante la recesión de los años ochenta. Según los últimos datos, la tasa de desempleo del trimestre que va de abril a junio fue del 3,9% (1.338.000).

Además, hay mucha preocupación por lo que pueda pasar a partir de noviembre porque la ayuda del Estado a las empresas, que ha permitido que muchas sobrevivan estos últimos meses, está previsto que acabe en octubre.

El Primer Ministro británico se enfrenta también a una revuelta de su partido si sube los impuestos con el fin de sanear las arcas públicas. Varios diputados conservadores ya han manifestado su intención de votar en contra del esperado presupuesto de noviembre si eso ocurriese.

Brexit: a menos de cuatro meses del precipicio

La octava ronda de negociaciones entre la Unión Europea y el Reino Unido arranca este martes en Londres y algunos auguran que solo hay un 30-40 % de posibilidades de que se llegue a un acuerdo. En la oficina del Primer Ministro prefieren que no haya acuerdo antes que ceder ante la UE. De hecho, el jefe del equipo negociador británico, David Frost, en declaraciones al dominical The Mail on Sunday ha dicho que el Gobierno “no tiene miedo” de dejar la mesa de negociación sin un acuerdo comercial.

Según Boris Johnson, “el Reino Unido prosperará vigorosamente incluso si no llega a un acuerdo comercial con Bruselas al estilo del de Canadá y tuviese que optar por uno como el de Australia”. Precisamente el ex Primer Ministro de ese país, Tony Abbot, ha sido elegido para asesorar al Gobierno, que cree que lo ayudará a conseguir un acuerdo de libre comercio en la región del Pacífico. Esta elección ha generado polémica por las opiniones de este político sobre las mujeres, los derechos del colectivo LGTBI y su negación del cambio climático.

Sin embargo, la visión de Downing street difiere de la de algunos ministros, que prefieren que se llegue a un compromiso porque el Ejecutivo ya tiene bastantes problemas con los que lidiar… Y es que supondría una amenaza para la unidad del país y justificaría la celebración de un nuevo referéndum de independencia que reclama la líder escocesa, Nicola Sturgeon.

Atasco legislativo

El Brexit va a dominar estos próximos meses las discusiones en la Cámara de los Comunes, en la que el Gobierno cuenta con una mayoría absoluta de 80 diputados. Aún así, el tiempo juega en contra y tiene muchas leyes que aprobar antes de que acabe el periodo de transición el próximo 31 de diciembre: la de agricultura, pesca, inmigración, comercio y la que traduzca cualquier acuerdo al que se llegue con Bruselas.

El Primer Ministro quiere que todos los diputados regresen al Palacio de Westminster cuanto antes para que lideren con su ejemplo una vuelta a la normalidad, que está salpicada también por el debate sobre la inmigración. Y es que se han generado muchos titulares estas últimas semanas por un incremento de los migrantes que intentan cruzar el Canal de la Mancha a diario antes de que el Reino Unido salga definitivamente de la UE.

La vuelta al cole

Pero antes que el Brexit pase factura, este Gobierno se examina del regreso a las aulas de millones de alumnos, que ha arrancado ya en algunas escuelas del país. Lo que pase estos próximos días, y más adelante con el comienzo de las clases en las universidades, será clave para ver si los ciudadanos recuperan la confianza perdida tras un “no verano”, en el que muchos se han quedado sin sus soñadas vacaciones en España, su destino favorito, por la recomendación del Ministerio de Asuntos Exteriores británico de no viajar allí.

Hace un año Boris Johnson disfrutaba de un momento dulce tras su entrada triunfal a finales de julio en Downing Street. Poco más de un año y decenas de meteduras de pata después, las batallas que le aguardan son difíciles de librar y su gabinete no cuenta con los mejores guerrilleros. Su escudero, el polémico Dominic Cummings, es la pieza más valiosa de la que no está dispuesto a prescindir, a pesar de que muchos hayan pedido su cabeza… Un asesor al que consideran el verdadero conductor de un vehículo que parece estar permanentemente en campaña y que promete generar muchos titulares durante este incierto curso escolar.