Claves para una (enorme) crisis política más que anunciada entre Marruecos y España

  • La pasividad de las fuerzas de seguridad marroquíes confirma que las advertencias de Rabat a España después de la acogida del líder del Polisario y tras medio año de tensiones iban en serio

  • Marruecos no quiere ser el “gendarme” de la UE en cuestiones migratorias

Muchas pueden ser las diferencias entre las diplomacias de Rabat y de Madrid en lo tocante a los asuntos bilaterales. Pero hay una que asombra por su descaro: si bien la diplomacia española expresa a menudo lo contrario de la realidad o bien esta es convenientemente edulcorada, la marroquí es franca y transparente.

Marruecos está muy enfadado con España. Lo está por varias razones relacionadas todas con la cuestión del Sáhara Occidental, que es la verdadera preocupación de Rabat: desde las llamadas del ex vicepresidente Iglesias a la celebración de un referéndum de autodeterminación a mediados de noviembre pasado hasta el posicionamiento español en el nuevo escenario abierto con el reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí de la antigua colonia española (en Rabat dolió especialmente los intentos españoles por lograr que la Administración Biden diera marcha atrás).

Y pasando, sobre todo, por la entrada poco decorosa y hospitalización en España del líder del Frente Polisario Brahim Ghali, que Rabat ha percibido de manera indisimulada como una puñalada por la espalda. Lo sucedido en las últimas horas, con la llegada a Ceuta y Melilla de 6.000 personas y la salida rumbo a las costas gaditanas de varias decenas de migrantes más, era el corolario más que esperado de una crisis que lleva fraguándose más de seis meses y cuyas dimensiones son difíciles aún de mesurar.

“Lo sucedido es una clara muestra de que las relaciones entre España y Marruecos atraviesan su peor momento (…) El ‘timing’ deja claro que Rabat quiere enviarle el mensaje a Madrid de que se está contemplando un ‘reset’ en las relaciones a raíz de los desencuentros de los últimos tiempos respecto a la cuestión del Sáhara”, asevera a NIUS el consejero diplomático marroquí en Washington y experto en relaciones bilaterales Samir Bennis.

Desde España se coincide en el análisis. “Hay una decisión política detrás de lo ocurrido: presionar al Gobierno de España a través de las migraciones como consecuencia de la posición española respecto al Sáhara”, asegura a NIUS el investigador de la Universidad de Granada y consultor en políticas de migración e infancia José Carlos Cabrera Medina.

"Mensajes públicos contradictorios"

El contraste entre las manifestaciones públicas de las dos diplomacias no puede ser mayor. Hasta en dos ocasiones el Ministerio marroquí de Exteriores emitió notas de condena en relación con el caso Ghali. Si en la primera, el 25 de abril, se deploraba el gesto “injusto” y de “mala vecindad”, en la segunda de ellas, el pasado 8 de mayo, la cancillería del país magrebí no podía ser más clara: España tendría que atenerse a las “consecuencias” de la presencia de Ghali, gravemente enfermo en un hospital de Logroño. Para Rabat la acogida al líder de la organización independentista es “un acto premeditado, una elección voluntaria y una decisión soberana de España.

El cóctel formado por la indignación marroquí y la aguda crisis económica y social que se vive en las regiones próximas a Ceuta y Melilla –Tetuán y Nador- como consecuencia del cierre de las fronteras con las ciudades autónomas - y la desaparición del contrabando- y la pandemia no podían sino prever una situación como la que estalló finalmente este lunes. La llegada el domingo 25 de abril de un centenar de personas a nado a Ceuta fue solo el aperitivo.

Por si quedaban dudas, el ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita, avisaba de lo inevitable para quien quisiera oír –y no era la primera vez que se expresaba en términos similares- el pasado 2 de mayo: Marruecos no quiere ser el “gendarme” de la UE en cuestiones migratorias.

Con todo, la ministra de Exteriores Arancha González Laya seguía resistiéndose en la tarde de este lunes a pensar que Marruecos estaba de alguna manera presionando a España. “No nos consta”, aseguraba la titular de Exteriores. El pasado 23 de abril, González Laya aseveraba que el caso Ghali “ni impide ni perturba las excelentes relaciones que España tiene con Marruecos”. “Lo que más ha sacado a quicio a los responsables marroquíes no es que España haya acogido a Ghali, sino que lo haya hecho secretamente en connivencia con Argelia y sin tomarse la molestia de compartir la información con ellos”, subraya Bennis.

En el inicio de una oleada masiva

Para Cabrera Medina, nos podemos encontrar ante las puertas de una llegada “muy importante” de migrantes marroquíes en los próximos meses a las costas andaluzas: “Este lunes entraron [en España] más de 90 personas por la zona del Estrecho, una cifra que no parece importante respecto a los miles que accedieron por Ceuta. Pero sí lo es porque desde las zonas de donde vienen han estado hasta ahora partiendo rumbo a Canarias. Hay claros indicios de que el fenómeno está cambiando”. “Hay muchas personas de [las localidades marroquíes de] Zagora, Kenitra, Salé, Tánger y numerosos subsaharianos”, precisa.

Decía Henry Kissinger que la diplomacia era el arte de la limitación del poder. Y el mayor poder marroquí en estos momentos es la baza migratoria. “A Marruecos no le preocupa en absoluto la situación económica de sus ciudadanos, en esta zona las cosas han estado mal casi siempre, lo que le importan son las posiciones de España. Y Marruecos tiene la fuerza de la emigración”, asegura el joven tetuaní Jawad Belhach, quien reconoce a NIUS haber sido contactado desde Ceuta para entrar a nado en las últimas jornadas. Las autoridades españolas tendrán que ganarse con mucho trabajo la recuperación de las relaciones con Marruecos. La XII Reunión de Alto Nivel España-Marruecos, prevista para el pasado mes de noviembre, sigue pospuesta de manera indefinida.

La contundencia de la diplomacia marroquí contrasta, no obstante, con el silencio estruendoso de las últimas horas. No ha habido declaración oficial alguna desde Rabat. Otra forma de manifestar el desacuerdo. La crisis es aguda. “Creo que la tensión diplomática irá a más. Mientras España no haya aclarado su posición con respecto al Sáhara y dé muestras de que contempla dar un nuevo impulso al proceso político liderado por la ONU, no veo luz al final del túnel”, zanja Bennis.