Hace tan solo dos meses, las autoridades arrestaron a Klaus, condenado a cadena perpetua, después de verle por una cámara de seguridad echando una especie de polvo en el bocadillo de un amigo, según recoge RT.
Posteriormente llevaron a cabo una redada en su vivienda, en la que descubrieron que su sótano estaba convertido en un laboratorio. En el mismo, según palabras del juez, encontraron una sustancia "más peligrosa que cualquier agente de combate en la Segunda Guerra Mundial".
Como resultado de sus acciones, dos amigos tienen actualmente daños irreversibles en los riñones por envenenamiento con cadmio y plomo. Sin embargo, el caso más grave es el de un becario de su trabajo, quien entró en coma, además de tener un daño cerebral crónico, por ingerir mercurio.