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El coronavirus sigue causando estragos en el mundo. La pandemia no deja de extenderse y, especialmente fuera de Europa, no para de sumar casos a un ritmo vertiginoso. En total son ya más de 11,3 millones de contagios y más de 532.000 muertos los que ha provocado la COVID-19 tras alcanzar a 216 países, según cifras de la OMS.
Este lunes, India ha ascendido al ranking en el que nadie quiere estar: es ya el tercer país del mundo en contagios. Suman más de 697.000 tras contabilizar otros 24.000 en las últimas 24 horas, según cifras del ministerio de Salud del país, que a su vez informa de un total de 19.963 muertes; números dramáticos que apresuran a todos a la construcción de un hospital de campaña con multitud de camas improvisadas y elaboradas con cartón.
Más lejos, en Australia, desde algunas ventanas de Melbourne los ciudadanos lanzan mensajes de ayuda: ‘Help’, se podía leer en un bloque afectado por los brotes. Un foco con 53 positivos ha provocado que Australia aísle a seis millones y medio de personas en el estado de Victoria.
Mientras, Brasil, el segundo país más afectado por la pandemia, con el negacionista Jair Bolsonaro al frente, suma ya 600 muertos en las últimas 24 horas y los casos se elevan más allá de los 1,6 millones.
En Bolivia, –país que suma 39.297 casos y 1.434 muertos–, un ataúd en una calle de la ciudad de Cochabamba se convertía hoy en una declaración de intenciones, porque tardan mucho en recoger a los muertos. En la localidad muchas familias esperan durante días con los ataúdes en su casa en espera de poder darle sepultura o poder incinerar a sus seres queridos.
Entre tanto, desde Chile son las imágenes de una enfermera tocando el violín para intentar animar a los vivos y a los que luchan contra la COVID-19 las que han dado la vuelta al mundo. Aquí son casi 300.000 los casos registrados y más de 3.300 los fallecidos.
En otro lado del globo, desde Corea del Sur, en Seúl usan la creatividad y la tecnología para dibujar con drones en el cielo un mensaje claro: todavía hay que lavarse las manos.
Mientras, en Europa la belleza abre también sus puertas en el Louvre de París, donde los primeros visitantes han podido acudir a contemplar el amago de sonrisa más célebre: el de La Gioconda.