La "dependencia" de Biden de los talibanes

  • La administración Biden debilitada ante el "incumplimiento" de los talibán del acuerdo de evacuación

La administración Biden se encuentra ante una encrucijada: abandonar Afganistán cuanto antes dejando atrás una de las situaciones más humillantes de su historia, sin atender a posibles consecuencias que ya le están siendo recriminadas, o negociar con los talibanes en el poder para que las evacuaciones del país puedan ser los más ordenadas y completas posibles, atendiendo a los compromisos previamente adquiridos y garantizando la seguridad y funcionamiento de zonas clave, como el aeropuerto de Kabul.

Los talibán ya han comenzado a aterrorizar a los afganos que se acercan al aeropuerto de Kabul, aparentemente el único lugar "pactado" para la evacuación de los aliados y de todos aquellos afganos que han ayudado a Estados Unidos y a la OTAN durante las últimas dos décadas. Según las últimas informaciones solamente los aliados tendrían en Afganistán unas 25.0000 personas, entre personal militar, diplomático y sus familias, y personal del resto de instituciones internacionales como la ONU o trabajadores de la Unión europea.

Para poder hacer posible la segunda opción, que pasa por tener que confiar en el enemigo y que se complica por minutos, Estados Unidos ha pensado en dos personas clave: John Bass, antiguo embajador en Afganistán, y Christopher Donohue, actual comandante de 82ª División aerotransportada. Ambos son buenos conocedores del país y, según señaló el Departamento de Estado (https://www.state.gov), las personas idóneas para ayudar a gestionar la salida de las tropas norteamericanas.

Cuestión de confianza

Con esa intención también desembarcaron a principios de semana nuevos efectivos estadounidenses que se sumarán a los que están en camino, hasta completar unos 6.000 militares que controlarán la ayuda talibán. Esta consistirá, en “proporcionar el paso seguro de los civiles al aeropuerto”, según dijo en la Casa Blanca Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Biden.

La cuestión es si se puede confiar en quien ha sido el enemigo hasta hoy mismo y por ello el portavoz del Pentágono, John Kirby, se apresuró a resaltar que si bien no están dando nada por sentado, sería interesante dejar “que los resultados hablen por sí mismos”.

Reacción republicana

Siendo conscientes de que al actual gobierno está atrapado y no le queda más remedio que aceptar la situación, el represente republicano por Texas de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Michael McCaul, declaró que no creía que se pueda “confiar nunca en los talibanes, estamos metidos en una situación en la que les estamos rogando que no violen nuestro perímetro en el aeropuerto pero no sé durante cuánto tiempo van a respetar este acuerdo”.

McCaul, que hizo estas declaraciones en una emisión en vivo para el Washington Post , añadió que esta situación podía prolongarse hasta el día 31 de este mes pero se mostró desconfiado y preocupado porque ni siquiera sabía “si existía un acuerdo”.

Situación preocupante

Las previsiones del gobierno estadounidense estiman que cada hora podrán hacer despegar un avión desde Kabul, evacuando entre 5.000 y 9.000 personas al día. El pasado lunes ya habían ayudado a salir de Afganistán a unos 3.200 civiles, 1.100 de ellos estadounidenses.

El objetivo es que las tareas de salida hayan terminado el 31 de agosto, consiguiendo retornar a los 11.000 ciudadanos y residentes de Estados Unidos que aún permanecen en suelo afgano, junto a ciudadanos del resto de instituciones. Así lo señaló en rueda de prensa la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, que anunció el aumento del número de aviones de transporte diarios (hasta 24 al día) para realizar estas tareas.

Otros socios

La situación preocupa al gobierno de Biden, tal y como reconoció el martes el mismo Sullivan, debido a las informaciones que denuncian agresiones realizadas por los radiacales en los puestos de control de los accesos al aeropuerto. Y es que la pérdida de control de la situación, por parte del gobierno de los Estados Unidos, les ha obligado a tener que abordar “directamente con los talibanes este problema”, añadió el asesor de Seguridad.

La necesidad de tener socios que ayuden a presionar en estas negociaciones, y en las que están por venir, ha llevado al gobierno estadounidense a celebrar el próximo martes una reunión con el G7. Será por videoconferencia y ha quedado ya fijada tras la reciente conversación que mantuvieron Biden y el primer ministro británico, Boris Johnson, según difundió la Casa Blanca a través de un comunicado.

Negociación en desventaja

La “colaboración estrecha y continua entre los aliados y socios de países demócratas”, será uno de los objetivos de Estados Unidos, una vez que Biden ha constatado los desafíos a los que se enfrenta. Y será más que una necesidad para poder presionar al gobierno talibán, si finalmente deciden mantener su presencia diplomática más allá de 31 de agosto.

Así lo señaló el portavoz el Departamento de Estado, Ned Price cuando declaró que “si es seguro y responsable para nosotros quedarnos más tiempo, es algo que podemos considerar”. Toda una decisión que tendrá que ser negociada con los talibanes en clara situación de desventaja para Estados Unidos.

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