Trump se hace el harakiri en Georgia

  • El enfado de Trump por la derrota electoral pone en juego los escaños de Senado en Georgia

  • La estrategia de Trump pasa por negar la legitimidad de los pasados comicios en lugar de afrontar los que quedan pendientes

El próximo 5 de enero se decidirá qué partido controlará el Senado de los Estados Unidos. Habrá una votación, en segunda vuelta en el estado de Georgia, que dilucidará si los dos escaños que quedan por decidir en la Cámara Alta se quedan en manos republicanas o pasan a los demócratas, ya que en las elecciones del pasado 3 de noviembre ninguno de los dos candidatos obtuvo una mayoría de votos suficientes para proclamarse ganador.

Pero el enfado de Donald Trump por su derrota en este estado, que no votaba demócrata desde que en 1992 lo hiciera por Bill Clinton, ha desatado una tormenta que puede acabar con la última oportunidad de los republicanos para tener parte del control del Gobierno.

Aunque las elecciones presidenciales ya están prácticamente certificadas, Trump sigue enrocado en las acusaciones de fraude. Sus acciones siguen centradas en la queja sobre el sistema fallido de votación en Georgia y en anular los resultados de las elecciones presidenciales allí (y en otros estados). Por ello está cuestionando la fiabilidad de los comicios al Senado e incluso animando a que los republicanos no vayan a votar. Pero lo que se juega su partido, a principios del próximo año, es lo suficientemente importante como para no arriesgarse dividiendo la atención de los votantes.

Estrategia peligrosa

Los republicanos en la actualidad tienen 50 escaños en el Senado mientras que los demócratas solo han conseguido 48. La todopoderosa figura de Trump es fundamental para respaldar la candidatura de los senadores republicanos Kelly Loeffler y David Perdue y conseguir mantener el control de la Cámara Alta, lo que les permitiría bloquear las políticas de los demócratas, ya que en el caso de que estos ganaran tendrían vía libre durante dos años para aprobar prácticamente todas sus medidas.

Pero la estrategia de Trump pasa por negar la legitimidad de los pasados comicios en lugar de afrontar los que quedan pendientes, por ello no aprueba que tanto Loeffler como Perdue insinúen en sus campañas que, aunque ciertamente se perdieron las elecciones presidenciales, aún tienen la oportunidad de ganar las del Senado. El enfado de Trump por ello es tan grande que ha declarado estar “avergonzado de haber apoyado a Kemp”, el gobernador republicano de Georgia que no consiguió la reelección y al resto de los candidatos.

Amenazas

Brian Kemp, junto con el secretario del estado Brad Raffenserperger (ambos republicanos), fueron el blanco de las críticas del presidente en una reciente entrevista de Fox News por atreverse a rechazar sus acusaciones de fraude electoral en Georgia. Hasta tal punto llegaron las acusaciones, que el secretario y su esposa han recibido amenazas de muerte y se mueven con un equipo de seguridad, a pesar de que siempre han sido firmes partidarios de Trump y el partido republicano.

También los abogados pro Trump, Sidney Powell y Lin Wood animaron en un mitin al norte de Atlanta a manifestarse frente a la casa de Kemp y están colaborando en la campaña contra el voto a los senadores Loeffler y Perdue.

Con sus palabras, plantean dudas sobre la legitimidad de las elecciones presidenciales y exigen la renuncia del gobernador. Pero al igual que el actual inquilino de la Casa Blanca, no han aportado ninguna prueba y están contribuyendo en la división de los votantes republicanos que ahora se encuentran entre la duda de ir a votar a los suyos o dar la posibilidad a los demócratas de hacerse también con la victoria del Senado.

Preocupación en algunos republicanos

La situación es tan preocupante que Donald Trump Jr., el hijo mayor del presidente, está trabajando para apoyar a los senadores con una campaña y un grupo de expertos. Así, han montado una estrategia en la que él mismo protagoniza una serie de anuncios en los que insta al voto a favor de los senadores republicanos y previene del peligro de perder la Cámara Alta.

“Es importante que estemos unidos en esta lucha para salvar a nuestro país del salto de los demócratas hacia el socialismo”, dijo también Jesse Hunt, portavoz del Comité Senatorial Republicano Nacional (NRSC), que ha enviado a Georgia a un numeroso grupo de personas a trabajar para conseguir la victoria el próximo 5 de enero.

Pero la situación está fuera de control. Así lo ha constatado la presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, que tras una reciente visita a este estado se mostró sorprendida por la virulencia de los votantes de su propio partido y el respaldo que dan a Trump en sus consignas. Y eso que McDaniel fue de las primeras en coincidir con el vigente presidente en sus declaraciones de fraude tras las elecciones.

Los medios no deciden quién gana las elecciones, los votantes lo hacen. En varios estados, los márgenes son muy estrechos con el conteo en curso, varios de los cuales están destinados a recuentos”, señaló en redes sociales en cuanto se supieron los resultados.

No obstante y como prueba de la preocupación que hay en parte de su partido, sus últimas publicaciones se centran en la importancia de votar por los senadores republicanos. “Necesitamos ganar el Senado para ser un freno a la agenda de los demócratas”, escribió.

Habrá que esperar a ver el resultado de esta ruleta rusa en la que se han convertido las elecciones al Senado en Georgia. Los resultados se conocerán el 5 de enero, una fecha que puede ser clave tanto para las aspiraciones republicanas como para saber si ha merecido la pena el enfado del presidente.