Una embajada, la sede americana en Madrid, y al mismo tiempo una estación de escuchas de Estados Unidos. Es suelo norteamericano y eso les permitiría burlar las leyes españolas, según se sugieren los documentos de Snowden. Es la misma razón por la que, según filtraciones de Wikileaks, se eligió el consulado de Barcelona como el centro del espionaje de Estados Unidos en nuestro país. Según revela hoy el diario El País, desde bases miliatares en suelo español e incluso barcos civiles con bandera de Estados Unidos atracados en diversos puertos españoles estarían sirviendo para interceptar comunicaciones. Los americanos tienen la capacidad aunque la mayor parte del trabajo ya se lo hace España. Los 60,5 millones de comunicaciones rastreadas de diciembre a enero de 2013, según los documentos de Snowden, fueron aportados por nuestros servicios de inteligencia. La colaboración estrecha con el espionaje americano, como mínimo, se remonta a los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas. Y más adelante con los atentados en Madrid, el presidente de entonces, José María Aznar, reconoce en sus nuevas memorias que la NSA ayudó a investigar intensamente los atentados del 11-M. Y en 2009, la inteligencia americana usó sus recursos para el seguimiento de los rehenes catalanes secuestrados en Mauritania. Colaboraciones comunes, antes alto secreto, que ahora han saltado por los aires por las revelaciones de Snowden. Acuerdos como los pinchazos masivos de teléfonos y líneas de internet hechos por España para Reino Unido a cambio de equipos y consejos sortear las leyes de privacidad.