Con el día no llega la calma a Egipto. Cualquier punto se convierte en zona de ataque para los partidarios de Morsi. Cualquier elemento, incluso inodoros, en armas contra el ejército. Pero las que más daños causan son estas: armas de fuego. Ambos bandos denuncian su uso en los enfrentamientos. Disparos y balas en la jornada más violenta con más de cincuenta musulmanes muertos y decenas de heridos colapsando los hospitales. Las marchas son diarias pero Egipto no avanza. Se estanca en la rebelión. Alimentando la herida, los Hermanos Musulmanes llaman a la Intifada. Y los enemigos de Morsi resisten a la espera de una solución a esta transición. La falta de consenso alimenta la incertidumbre política del país, cada día más alejado de la calma y más próximo a una guerra civil de la que estos son sus primeros conatos.