La violencia ha marcado el cambio presidencial en México. Lo que en principio comenzó como una protesta pacífica contra Peña Nieto, el nuevo presidente, ha terminado en duros enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. Una lluvia de piedras y bombas molotov que se ha prolongado durante horas. El alcalde de la ciudad, Marcelo Ebrard, señala a grupos anarquistas como los responsables de los disturbios.
Desde primera hora de la mañana el Congreso parecía un bunker pero el despliegue policial no ha evitado las dificultades para para controlar los altercados. En algunos momentos los agentes han aguantado el embiste pero en otros no han dudado en enfrentarse a los manifestantes. También los establecimientos han sido diana de las protestas. Escaparetes reventados que los trabajadores se afanaban en reparar. Ocho heridos y noventa y dos detenidos ha sido el balance de esta monumental bronca.