"Es un llamamiento que comenzó con el proceso democrático, con este proyecto de unidad nacional y hermandad y que sigue con el proceso de solución", ha afirmado Erdogan, según recoge la agencia de noticias turca Anatolia.
Sin embargo, Erdogan se ha mostrado cauto. "Los llamamientos son bonitos, pero lo que importa es su aplicación", ha advertido, al tiempo que ha resaltado que quien debe bajar las armas es el PKK y ha rechazado cualquier desarme de las fuerzas turcas, especulación que ha calificado de "pura imaginación".
"Las armas son instrumentos para las fuerzas de seguridad. Viven con ellas. El propósito de esas armas es mantener la paz y la seguridad. No tiene sentido que entreguen las armas los soldados y policías", ha añadido.
El Gobierno turco inició en 2012 las conversaciones con el líder del PKK, que está encarcelado en una isla próxima a Estambul, en un intento por acabar con tres décadas de lucha armada que han dejado unos 40.000 muertos y han lastrado el desarrollo del sureste del país, predominantemente kurdo.
El PKK, considerado organización terrorista por Turquía, Estados Unidos y la UE, declaró a continuación un alto el fuego y comenzó a retirarse de Turquía hacia sus campamentos en el norte de Irak, donde tienen sus bases sus milicianos. Un fracaso del proceso de paz podría suponer un duro revés para el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que ha invertido un considerable capital político en él.