El primer ministro no escucha pese a los gritos de sus indignados. Casi una semana de ira en las calles de Estambul no ha logrado ablandar a Erdogan que con sus palabras enciende la protesta en lugar de aplacarla. Acusa a los jóvenes de extremistas. Convertirá el parque en centro comercial y hasta ha dicho que entre los manifestantes hay terroristas pero lo cierto es que el terror estos días ha venido más bien del lado policial. En el parque que quieren demoler, una de las pocas zonas verdes que quedan en la capital, el ambiente es pacífico. Acampada a lo plaza Tahir donde cada vez hay más tiendas y más conciencia hasta de los erasmus españoles. Al caer la noche se encienden los ánimos de unos manifestantes que ven como Erdogan no hace ni una concesión a los bautizados por él mismo como "perroflautas-alborotadores"