Todo ha ocurrido en un pequeño pueblo al norte de Argentina. Precisamente por eso resulta complicado creer que nadie supiera lo que estaba ocurriendo. Un padre, de 62 años, ha estado durante más de 30 años violando a su hija desde que tenía 13. Fruto de estos abusos han nacido ocho niños. "Nos pegaba y nos amenazaba", ha asegurado Ernesto uno de los niños, hoy mayor, fruto del incesto.
Juana Elviar Gómez, hoy con 43 años, pudo denunciar ante la policía lo que estaba sufriendo cuando su verdugo fue detenido por robar animales. Aprovechó ese momento para ir a la comisaría y relatar su horror. Asegura que uno de sus hijos se suicidó con 17 años pegándose un tiro con una escopeta cuando alguien le dijo que era hijo de sus abuelo.
La dantesca historia comenzó cuando al madre murió y los tres hermanos se quedaron solos con el padre. Otra hermana también sufrió abusos, quedó embarazada y abortó.
"Nunca sospeché de nada, siempre fue mi abuelo hasta que nos llegó la noticia", señala Germán, de 20 años. "Fue un golpe para todos", admite el joven, que asegura que no guarda "rencor" a su padre-abuelo pero quiere que "pague por lo que hizo, nada más".
Ahora el nuevo 'monstruo de Amstetten' está detenido y a la espera de que se celebre el juicio. Aunque la pena por estos delitos oscila entre ocho y veinte años de prisión, todo parece indicar, según las autoridades argentinas, que en este caso será mucho mayor.
Juana teme por su seguridad y la de sus hijos. "Vivo con miedo. Cierro ventanas y puertas porque tengo miedo de que un día lo larguen. Si eso ocurre vendrá derecho a matarme", asegura aterrada. La mujer confiesa que tras contar su tragedia personal se quitó "una gran carga de encima". Ahora está recibiendo atención psicológica y desea reconstruir su vida.
EBP