La Casa Blanca contraataca

Pilar García de la Granja 05/03/2017 16:58

Donald Trump comparaba el "caso de espionaje" sin pruebas con el Watergate y llegaba a decir que Obama o estaba "enfermo o era mala persona". La gravísima acusación de Donald Trump se refiere a que podrían haber pinchado sus teléfonos para poder espiar sus posibles conversaciones o de sus colaboradores con diplomáticos rusos. Seis horas después de los primeros tuits, un portavoz de Barak Obama aseguraba que ni el Presidente ni la Casa Blanca habían dado orden de pinchar o espiar los teléfonos de Donald Trump durante la campaña electoral.

Rápidamente los medios de comunicación empezaban a investigar quién podría, en caso de ser cierto, haber dado la orden del supuesto espionaje. En Estados Unidos existe un tribunal secreto, denominado coloquialmente FISA, que deriva de la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera de 1978, por la que el servicio secreto del FBI otorga poderes a la contrainteligencia para pinchar los teléfonos de posibles agentes rusos susceptibles de ser espías.

El diario británico The Guardian publicó el pasado mes de enero que el FBI había solicitado una orden a FISA para investigar a cuatro miembros del equipo de Donald Trump por supuestos contactos irregulares con funcionarios rusos. Según el mismo diario, el tribunal FISA habría denegado la solicitud, pero lo cierto es que desde entonces los rumores corrían como la espuma por Washington.

Este domingo Trump ha dado un paso más y ha pedido formalmente, desde la Casa Blanca al Congreso, que se investigue directamente a Barak Obama por supuesto abuso de espionaje, mala praxis con las agencias de inteligencia y los supuestos pinchazos a sus teléfonos. La petición al Congreso tampoco va acompañada de pruebas.

Durante los últimos cuatro años de la Era Obama en la Casa Blanca, lo cierto es que hubo gravísimos problemas con los servicios de inteligencia. Desde los pinchazos a los teléfonos personales de la canciller alemana Angela Merkel y el Presidente Francés Hollande - que terminaron con una petición de perdón pública del Presidente Obama, hasta la declaración por parte de un tribunal el espionaje masivo de la NSA a ciudadanos y periodistas de Estados Unidos. Este último, conocido como el "escándalo AP" fue denunciado por la agencia de noticias cuando descubrió que los teléfonos de sus periodistas estaban siendo espiados sin orden judicial en 2015.

El movimiento de la Casa Blanca se está interpretando en Estados Unidos como el contraataque de Donald Trump por las acusaciones - y las dos investigaciones abiertas por el FBI- a algunos de sus asesores por la supuesta injerencia rusa en las elecciones del pasado 8 de Noviembre en Estados Unidos.

Donald Trump ha negado en varias ocasiones "tener nada que ver con Rusia, negocios con Rusia o relaciones de campaña con Rusia". Pero hasta el momento su asesor en materia de inteligencia militar Flynn tuvo que dimitir tras conocerse su relación con el embajador ruso en Estados Unidos, una relación que tiene en éstos momentos en la cuerda floja a su Fiscal general Jeff Sessions.

Los demócratas, gracias a la habilidad del senador por Nueva York Schumer, han encontrado en las supuestas relaciones entre Rusia y la Administración Trump la vía más efectiva para poner en jaque a la actual administración estadounidense. Los demócratas y varios republicanos que desde que Trump ganase la nominación de su partido para la Presidencia de Estados Unidos se han negado a aceptar que represente los valores conservadores de los republicanos.

Está inusual unión entre republicanos "de pata negra" y democrátas nos está dejando informaciones que nunca hubiéramos imaginado, como que para los demócratas el ejemplo a seguir ahora mismo es el ex presidente George Bush, a quien alaban incluso su buena relación - e íntima- con Michelle Obama.

Este lunes sabremos si el Congreso, de mayoría republicana, acepta abrir una comisión de investigación contra Barak Obama y su equipo de inteligencia. Por si la moción no sale adelante, aparentemente la Casa Blanca podría anunciar también el nuevo Decreto Migratorio destinado, según los asesores de Trump a "mantener América a salvo".