Plan Internacional denuncia la "extrema inseguridad" que sufren las adolescentes rohingya en Bangladesh

EUROPA PRESS 07/11/2017 08:28

Entre los rohingya que se han refugiado en Bangladesh en los últimos dos meses figuran miles de niñas adolescentes que viven en condiciones de "extrema inseguridad", a merced de posibles abusos físicos y sexuales que, en muchos casos, no llegan ni siquiera a denunciar, según la ONG Plan International.

Más de 800.000 rohingya viven en la región bangladeshí de Cox's Bazar, entre ellos casi 600.000 que han cruzado la frontera desde Birmania a raíz de la ola de violencia desatada a finales del mes de agosto. La mitad de estos refugiados son niños y niñas.

Nurkaida, de 13 años, pasa casi todo el día encerrada en cuatro metros cuadrados, después de huir a pie junto a su madre y tres hermanos. "No la dejo salir sola porque los chicos la miran mucho (...). Estamos solas, no tenemos familiares aquí, así que durante todo el día no nos bañamos ni tampoco usamos el aseo porque siempre hay hombres mirando", ha explicado la madre, Dilpuru.

La ausencia de letrinas separadas por sexos y la falta de intimidad es uno de los problemas detectados en estos asentamientos, que se agrava en el periodo de la menstruación. Muchas de las adolescentes renuncian a ir al baño por la noche o terminan adentrándose en la vegetación, lo que aumenta el riesgo de sufrir agresiones.

Tanto las niñas como las mujeres procuran ir acompañadas en todo momento para evitar unos ataques que están a la orden del día. Un reciente informe de ONU Mujeres recoge que todas las mujeres y adolescentes rohingya han sufrido o han sido testigos de ataques sexuales, violaciones en grupo o asesinatos.

Salma, de 12 años, confirma a Plan este tipo de precauciones, si bien admite que sale "pocas veces" a hacer sus necesidades porque "apenas" come. "Mis padres no quieren que salga sola y siempre quedo con más niñas para que no me pase nada", cuenta esta menor.

DEJARON TODO ATRÁS

La mayoría de las familias huyeron de Birmania con lo puesto y muchas de las adolescentes terminan recluidas al no poder contar con elementos básicos como trona interior o un pañuelo --o burka-- con el que poder cubrirse, un elemento indispensable al entrar en la pubertad.

Chortesa, de 19 años, echa en falta más suministros cuando tiene la menstruación, unos días en los que se ve abocada a fabricar unas "compresas improvisadas" rompiendo la poca ropa que tienen tanto ella como su hijo. En su caso, la inseguridad también es un problema, hasta el punto de que solo abandona la tienda para asearse.

La especialista en emergencias de Plan International Elspeth Chapman ha explicado que las adolescentes no participan en los espacios de protección para la infancia, un enclave donde los menores pueden "iniciar un proceso de recuperación psicológica". Las familias tienen tanto "miedo" a posibles ataques o embarazos que "encierran" a estas niñas, por lo que la ONG intenta crear espacios específicos para ellas.

"Para poder conocer de verdad su historia y poder ayudarlas es preciso generar espacios donde ellas se sientan seguras y quieran hablar", ha subrayado Chapman. No en vano, la especialista ha advertido de que, "si una adolescente rohingya ha sufrido algún tipo de abuso, es muy probable que no diga nada", bien por "honor" o por "vergüenza".

Muchas de las adolescentes de entre 13 y 19 años que han llegado a los campamentos tienen una media de dos hijos y, las que no están casadas, pueden terminar inmersas en un matrimonio. Las familias llegan a considerar estas uniones una forma de protección y, según Plan, es frecuente que en estos tipos de situaciones aumenten los casos de matrimonio infantil.

MÁS SEGURIDAD Y FONDOS

La escasa presencia de militares y policías que garanticen la seguridad en los distintos asentamientos, el hacinamiento generalizado de hombres y mujeres y los conservadores códigos culturales marcan el día a día de una etnia especialmente castigada en Birmania.

La directora general de Plan International, Concha López, ha recordado que la huída registrada desde agosto es "el mayor éxodo" desde el genocidio de Ruanda, por lo que ha instado a la comunidad internacional a no quedar "impasible" y desbloquear los fondos necesarios para responder a la emergencia.

Plan mantiene abierto un programa por fases que, en un primer momento, intenta garantizar el agua potable, la higiene y el saneamiento para la población refugiada en Bangladesh. La ONG ya ha repartido 7.000 lotes de higiene básicos y ha impartido más de medio millar de sesiones informativas.

También ha comenzado a distribuir "kits de dignidad", compuestos por peines, espejos, pañuelos, chanclas y ropa interior, entre otros elementos, y está instalando 160 letrinas de emergencia. Un 25 por ciento de estas letrinas ya están en funcionamiento y son utilizadas cada día por 1.500 personas, en su mayoría (55 por ciento) mujeres.